Evangelio según Marcos (4,26-34)
En aquel tiempo, 26 dijo Jesús a la gente:
–El reino de Dios se parece a un hombre que echa simiente en la tierra. 27 Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. 28 La tierra va produciendo la cosecha ella sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. 29 Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega.
30 Dijo también:
–¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? 31 Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, 32 pero después brota, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas.
33 Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. 34 Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado.
Pauta para hacer Estudio de Evangelio, personal o compartido
1
Oración para pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y amar a Jesucristo y, de este modo, poder seguirle mejor y darlo a conocer
2
Anoto algunos hechos vividos esta última semana
3
Leo/leemos el texto. Después contemplo y subrayo
4
Ahora anoto lo que descubro de JESÚS y de los demás personajes, la BUENA NOTICIA que escucho...
Si ser discípulo de Jesucristo pasa por escucharlo, por acogerlo, ¿qué aspectos de mi vida quedan cuestionados y cuáles reafirmados?
5
Desde el evangelio, vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi alrededor...
¿En quién y en qué veo la experiencia de que el Reino de Dios está presente y crece con fuerza?
6
Llamadas que me hace –que nos hace– el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso(s)
7
Oración. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo...
Notas por si hacen falta
Notas sobre el texto y su contexto
- El texto de hoy lo encontramos, en el evangelio de Marcos, después de la parábola del sembrador y de su explicación (Mc 4,1-9.13-20), que recoge las palabras sobre el por qué de las parábolas (Mc 4,10-12), e inmediatamente después de la parábola de la lámpara debajo del celemín, acompañada de unos buenos cuestionamientos (Mc 4,21-25). Así pues, será bueno leer el capítulo 4 desde el comienzo, para ver que las parábolas no son, precisamente, ‘buenas maneras’ de decir las cosas. Si no hay actitud de escucha-acogida del Maestro, no nos dicen nada.
- Estas parábolas, sacadas de contexto, podrían pasar por unas simples palabras amables de Jesús que todo el mundo puede entender. Ciertamente, lo son. Pero situadas en el conjunto del Evangelio de Marcos tienen otra fuerza.
Notas para fijarnos en Jesús y el Evangelio
- La parábola de la semilla que crece sola (26-29) nos hace ver la fuerza del Reino: Jesús lo siembra con su acción evangelizadora, y Dios le abre paso de manera escondida y paradójica. Esta convicción se une a otra: el Reino llegará a su plenitud (29).
- Tanto la iniciativa como el cumplimiento del Reino están en manos de aquel “hombre” (26.29). Sin embargo, la realización concreta pasa por cada persona que va creciendo y va dando frutos (27-28). Es una realización que se da en proceso.
- La parábola del grano de mostaza (31-32) –como la de la levadura, que Marcos omite (Mt 13,33 y Lc 13,20-21)–, acentúa el contraste entre la pequeñez de los inicios del Reino de Dios y la grandeza que vendrá. Expresa lo que ya están viviendo los discípulos: la actividad de Jesús ha comenzado de manera muy sencilla, pero en ella ya se encuentra el vigor del Reino, presente en sus hechos y en sus palabras. Lo cual llena a los discípulos de la esperanza de que llegará un momento en que Dios establecerá plenamente su Reino.
- El descubrimiento de la fuerza actual del Reino de Dios en acciones concretas, en la sencillez de actitudes llenas de humanidad, en palabras que hacen bien a quien las escucha... es la experiencia que hacemos en la Revisión de Vida o en la práctica de escribir en el Cuaderno de Vida. Es decir, mirando con los ojos de la fe la vida de las personas que tenemos alrededor, convencidos de que el Reino ya está entre nosotros (Lc 17,21).
- Esta parábola del grano de mostaza, a cualquier judío que orase habitualmente con los salmos y conociese bien a los profetas, le recordaría diversos textos del Antiguo Testamento. Por ejemplo, la frase relativa a los pájaros que anidan en sus ramas (32) nos lleva al libro de los Salmos. Allí encontramos el versículo: sobre ellas habitan las aves de los cielos, dejan oír su voz entre la fronda (Sl 104[103],12). Si leemos el salmo entero, encontraremos una preciosa página de alabanza a Dios que tiene mucho en común con himnos de alabanza a las divinidades de otros pueblos vecinos de Israel.
- También hay paralelos en los profetas. Y es interesante detenerse ante ellos porque nos reafirma en la esperanza del Reino de Dios que Él mismo planta, que Él hace crecer. Por ejemplo, Ezequiel presenta la restauración de Israel como el comienzo de la era mesiánica, y lo hace con la imagen de un cedro que Dios ha plantado: Echará ramaje y producirá fruto, y se hará un cedro magnífico. Debajo de él habitarán toda clase de pájaros, toda clase de aves morarán a la sombra de sus ramas (Ez 17,22-23). Lo mismo encontramos en el profeta Daniel (Dn 4,9.18). Para proponer la parábola Jesús toma una planta mucho más pequeña que no se impone por su presencia como se puede imponer un cedro. El Reino de Dios no se impone por la fuerza, ni se impone por tener una imagen (sea una imagen de poder, o de fidelidad a las esencias culturales... o, al contrario, imagen de simpatía, de modernidad...).
- El texto termina con un resumen de la actividad de Jesús (33): evangelizar, es decir, anunciar la buena noticia de que Dios sigue actuando, dando vida, venciendo sobre el pecado y la muerte. Invitando, por eso mismo, a unirse a su dinámica, a poner la propia vida al servicio del Reino.
- Sin embargo, haciendo este resumen de la acción evangelizadora de Jesús, el texto termina recordando la constatación que ya había hecho más arriba (Mc 4,12): que no todo el mundo es capaz de escuchar (34). “A sus discípulos”, aquellos que quieren escuchar, Jesús se lo explica todo (34).
- Este detalle nos muestra la importancia de ser “discípulo” de Jesús: ser discípulo de Jesús es escucharlo. Escuchar y acoger. Se trata de actitudes humanas básicas, sin las cuales Jesús no puede ser entendido. Una vez más hay que decirlo: ser cristiano no es una cuestión ideológica sino que es seguir a una persona. Quizá nos hace falta releer y dejarnos cuestionar por lo que Jesús ha dicho un poco más arriba: Atended a lo que escucháis (Mc 4,24).