toda guerra deja al mundo peor que como lo había encontrado. Fratelli Tutti 261

aplicaos bien a fundamentar vuestra vocación de catequistas de los pobres. A. Chevrier, carta 114

 

asamblea regional 2023

 

 

Evangelio del Domingo

DOMINGO DE RESURRECCIÓN -MISA DEL DÍA - CICLO B 2024

Josep María Romaguera Bach. Diócesis de Barcelona

Pauta para el Estudio de Evangelio personal o compartido en grupo

1-2-3. Estos tres primeros pasos como en EV anteriores

4. Anoto lo que descubro de JESÚS y de los demás personajes, la BUENA NOTICIA que escucho... María, Pedro y el otro discípulo “corren” para saber qué ha pasado y para “ver” a Jesús. Los contemplo y dejo que se me contagien sus ganas de “ver” a Jesús y de vivir con Él.

5. Desde el evangelio, vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi alrededor...Dejemos que este texto nos cuestione sobre la Revisión de Vida: ¿Hacemos bien el “ver”? ¿Lo iluminamos bien con el concurso de todos los compañeros/as (2) y de la Palabra de Dios (9)? La práctica de la RdV, ¿me ayuda personalmente a hacer experiencia de “ver” (8) al Señor en la vida, en las personas y en los acontecimientos?

6. Llamadas que me hace –que nos hace– el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso(s)

7. Oración. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo...

 

Notas por si hacen falta

 

Notas sobre el texto y algunos símbolos

 

  • Este evangelio nos presenta dos escenas: la primera (1-2), con “María Magdalena” como protagonista, conduce a la segunda (3-9), con “Simón Pedro” y “el otro discípulo”.
  • En la primera se destaca que estamos en “el primer día de la semana” (1), el domingo. Esta expresión sugiere comienzo, nueva creación: Al principio, Dios creó el cielo y la tierra... (Gn 1,1).
  • També se destaca que era “antes de salir el sol” (1), es decir, simbólicamente, que todavía no brilla la luz de la fe.

 

Notas para fijarnos en Jesús y el Evangelio

 

  • María Magdalena “vio la piedra quitada” (1) e intuye alguna novedad. Con sólo este “ver”, “echó a correr” (2) para avisar a “Simón Pedro y al otro discípulo” (2). María quiere encontrar al Señor.
  • Sobre “el otro discípulo” (2), dice el texto que es el “a quien Jesús amaba” (2). En Jn 13,23 se habla por primera vez del discípulo “a quien Jesús amaba”. Otros lugares donde se habla de él son Jn 19,25-27 y Jn 21,7.20-24. Es probable que sea la misma persona designada como el otro discípulo en el relato de la pasión (Jn 18,15-16). No se dice en ningún momento que sea uno de los Doce. Es claro que se trata de una figura importante del evangelio y que es presentado como modelo de discípulo de Jesús. El capítulo 21 de Jn, que es un apéndice añadido (se nota que está escrito por una mano diferente al conjunto de la obra), lo presenta como el autor del evangelio (Jn 21,24).
  • En esta escena hay un contraste entre Pedro y este “discípulo amado”. Pero el texto respeta los datos de la tradición cristiana primitiva, que recuerda a Pedro como el primero de los testigos de la resurrección, y no se posiciona por ninguno de los dos, sino que pone en un lugar de privilegio a una mujer: “María Magdalena” (Jn 20,11-18).
  • Hay diversas mujeres que tienen un lugar destacado en el evangelio según Juan: la madre de Jesús, al comienzo de la actividad de él (Jn 2,1-12) y al pie de la cruz (Jn 19,25-27); la samaritana (Jn 4); Marta y María (Jn 11); y María Magdalena (Jn 19,25; 20,1-18).
  • En la segunda escena, los dos discípulos, motivados por el aviso de María, salen “corriendo” (3-4). También quieren “ver” qué ha sucedido.
  • Pedro y el otro discípulo “vieron” (5-6) los mismos signos de la resurrección de Lázaro (Jn 11,44). La diferencia está en que allí Lázaro sale atado, es decir, retorna a la vida para morir; en cambio aquí “los lienzos” están “por el suelo” (6), lo cual significa que Jesús se ha desatado de las ataduras de la muerte.
  • No han visto a Jesús ni María ni Simón Pedro ni el otro discípulo. Ven el sepulcro vacío. En este mismo momento, uno de ellos, “el otro discípulo” (8) “vio y creyó”. Son los ojos de la fe, y la luz de la Palabra de Dios (9) los que permiten “ver” la resurrección de Jesús en el sepulcro vacío. María se acerca con amor, pero todavía no había “salido el sol”. Más adelante podrá decir que lo ha visto (Jn 20,18), como también los apóstoles: hemos visto al Señor (Jn 20,25).
  • “Jesús tenía que resucitar de entre los muertos” (9). Solamente después de la glorificación de Jesús se puede hablar de creencia. Es una enseñanza compartida por todo el Nuevo Testamento. El evangelio según Juan lo remarca de diversas formas (Jn 12,16; 13,7.19; 14,29; 20,9). Pero, por encima de todo, lo enseña por medio de la promesa del Espíritu (Jn 7,39; 14,16.26; 15,26-27; 16,7-15): tan solo con la venida del Espíritu será posible creer en Jesús, porque sólo entonces se podrá conocer su misterio. Creer y conocer van unidos (Jn 4,42; 6,69; 10,38; 16,30; 17,7-8).

SABADO SANTO - VIGILIA PASCUAL -CICLO B 2024

Pautas para el estudio y reflexión del Evangelio. Josep María Romaguera Bach. Diócesis de Barcelona

El evangelio de la Vigilia Pascual es el del ciclo B: Mc 16, 1-7

 

Pauta para el Estudio de Evangelio personal o compartido en grupo

1. Oración para pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y amar a Jesucristo y, de este modo, poder seguirle mejor y darlo a conocer

2. Anoto algunos hechos vividos esta última semana

3. Leo/leemos el texto. Después contemplo y subrayo

4. Anoto lo que descubro de JESÚS y de los demás personajes, la BUENA NOTICIA que escucho... Estos días, ¿Qué he descubierto (o estoy descubriendo) sobre la muerte y resurrección del Señor? ¿Qué me supone la renovación de las promesas bautismales?

5. Desde el evangelio, vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi alrededor... En los hechos vividos estos “días santos”, ¿Qué experiencias he hecho de encuentro con el Resucitado? y ¿a través de qué personas? Estas experiencias, ¿Cómo me predisponen a volver a mi “Galilea” en donde puedo “ver” al Señor?

6. Llamadas que me hace –que nos hace– el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso(s)

7. Oración. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo...

 

Notas por si hacen falta

 Notas sobre el sepulcro vacío y sobre Galilea

 

  • Este relato del “sepulcro vacío”, es común a todos los evangelios. Aunque no pueda probar nada, se convierte en signo de la afirmación de la fe: Cristo ha sido resucitado por el Padre, es decir, no está entre los muertos, no ha quedado atrapado en el lugar de los muertos en el que había sido introducido.
  • “Galilea” es la vida cotidiana, es el lugar y el ambiente concreto en donde cada uno de nosotros vive, ama, es amado, trabaja, lucha... El lugar en donde vivimos la mezcla de vida y muerte, de amor y desamor, de tristeza y alegría, de trabajo y diversión, de lucha y descanso... Es, entonces, el único lugar en el que podemos “ver” al Resucitado, el único lugar a donde somos llamados por Él a seguirle. Y el lugar en el que cada discípulo hará, en nombre de Él, la llamada a nuevos discípulos, haciendo el anuncio del Reino de Dios (Mc 1,1.14-20).

 

Notas para fijarnos en Jesús y el Evangelio

 

  • Las mujeres (1) habían sido presentadas poco antes, en el drama de la pasión, justo cuando se produjo la muerte de Jesús, diciendo que miraban desde lejos (Mc 15,40). De ellas se dice que seguían a Jesús cuando él estaba en Galilea y que lo atendían (Mc 15,41), pero no habían aparecido antes en el relato –sí que lo menciona el evangelista Lucas, por ejemplo (Lc 8,2-3)–. Y se nos dice que ellas observaban dónde ponían el cadáver de Jesús (Mc 15,47). Leer más...

Décimo noveno domingo del tiempo ordinario. Ciclo B

Visto: 432

 

YO SOY EL PAN DE LA VIDA

¡Qué bonito escuchar en la Palabra de Dios de este domingo cuando dice que Elías con la fuerza de aquel alimento caminó hasta el monte de Dios! (1Re 19,4-8). Al gran profeta Elías, huyendo por el desierto, le faltaban las fuerzas, se siente débil, cae en el desaliento, se desea la muerte y no podía seguir con su misión, pero Dios, que no abandona nunca a sus hijos y los mantiene eternamente alimentados, le envía un pan y un agua que le proporcionan un vigor extraordinario que le ayuda a alcanzar su meta, el monte de Dios. ¿Podemos decir nosotros lo mismo cuando nos alimentamos de la Eucaristía o más bien la recibimos como una rutina o una tradición?

Y en esta dinámica sigue la Palabra de Dios: “Gustad y ved que bueno es el Señor” (Sal 32); “El pan que yo os daré es mi carne para la vida del mundo” (Jn 6,41-52); “Vivid en el amor, como Cristo” (Ef 4,30-5,2). Alimento por todas partes, para que no nos falten las fuerzas a la hora de ser testigos del Reino de Dios con obras y palabras. Para que no nos falten las fuerzas a la hora de hacer el bien, de ser solidarios con las personas que más lo necesiten, con los que sufren y con los marginados. También para ser personas de paz, de comunión y fraternidad… que son capaces de desterrar “la amargura, la ira, los enfados e insultos y toda maldad”, siendo buenos y comprensivos al perdonarnos mutuamente como Dios nos perdonó en Cristo. Nos alimentamos, ¡pero no engordamos ni subimos de talla! porque el alimento que Dios nos da es un alimento muy, pero que muy especial que nos mantiene siempre en forma.

Y es que Dios, en el desierto de nuestra vida, nos sigue dando un alimento que es su propio Hijo, el Pan bajado del cielo. En Él encontramos la energía que necesitamos para vivir en el amor como Cristo y para llegar a nuestra meta sin desfallecer. Dios quiere que nos nutramos interiormente de su Hijo Jesús, que asimilemos su palabra y aceptemos su persona, de modo que sea nuestro sustento básico, el pan de nuestras vidas. Aquí radica el núcleo de la fe: en creer que Jesús es el Pan Vivo bajado del cielo, que procede directamente del Padre Dios y que se nos da como alimento para toda la vida. El que crea en Él se salvará y tendrá la luz de la vida. Acogerle, creer en Él, comulgar con su persona, es la respuesta adecuada. Pero la gente siempre ha reaccionado con incredulidad, esta es la constante en la historia de la salvación. Dios toma la iniciativa, ofrece la vida a través de su Hijo y el mundo la rechaza negándose a dar una respuesta de fe. Además de la fe, que es don, es preciso nuestro empeño y tarea de la meditación asidua y profunda de la Palabra de Dios. Tarea que no podemos delegar en otros, sino que hemos de hacer nosotros mismos.

La fe no es cuestión de asimilar conceptos o verdades abstractas, sino asimilar la persona de Jesús, aceptarlo y comulgar con él. No es cuestión de ideas, sino de relación. No es cuestión de quedarse en consideraciones intelectuales, sino que es concretar un modo de ser y de actuar. Y, precisamente, esto es lo que falla en nuestras actuales catequesis; estamos más empeñados en que los que participan en la catequesis se aprendan una serie de verdades y preguntas, pero olvidamos trabajar la relación profunda con Jesús, lo que provoca que, al terminar el tiempo de catequesis sacramental, desaparezcan de nuestras celebraciones aquellos que han recibido algún sacramento (matrimonio, bautismo, confirmación) porque no se han creado relaciones fuertes.

Podemos concluir este comentario diciendo que sin la asimilación de Jesús en su carne (su vida) y en su sangre (su muerte) no hay plena vida. La fe en la Eucaristía exige reconocer que ahí se encuentra el don de Dios, el amor sin límites al servicio de la plenitud personal y la construcción de una nueva sociedad.

José Mª Tortosa Alarcón. Presbítero en la Diócesis de Guadix-Baza

PREGUNTAS:

 

  • ¿Con qué actitud participo en la Eucaristía?
  • ¿Qué significa para mí el cuerpo y la sangre de Cristo?
  • ¿Qué he aprendido de la Palabra de Dios de este domingo?