La Natividad del Señor

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Pauta para un Estudio de Evangelio. Josep Maria Romaguera Bach

Que esta Navidad sea la Navidad del Señor, no otra clase de Navidad que nos quieren vender. Dejémonos sorprender por el Dios que nos visita para quedarse.

 

25 diciembre 2019

 

Evangelio según Juan (1,1-18)

1 En el principio ya existía la Palabra,

y la Palabra estaba junto a Dios,

y la Palabra era Dios.

2 La Palabra en el principio estaba junto a Dios.

3 Por medio de la Palabra se hizo todo,

y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho.

4 En él había vida,

y la vida era la luz de los hombres.

5 La luz brilla en la tiniebla,

y la tiniebla no la recibió.

6 Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: 7 éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. 8 No era él la luz, sino testigo de la luz.

9 Existía la luz verdadera, que vino al mundo

y alumbra a todo hombre.

10 Al mundo vino y en el mundo estaba;

el mundo se hizo por medio de ella,

y el mundo no la conoció.

11 Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.

12 Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre.

13 Estos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.

14 Y la Palabra se hizo carne,

y acampó entre nosotros,

y hemos contemplado su gloria:

gloria propia del Hijo único del Padre,

lleno de gracia y de verdad.

15 Juan da testimonio de él y grita diciendo:

«Este es de quien dije: “el que viene detrás de mí, pasa delante de mí, porque existía antes que yo”».

16 Pues de su plenitud todos hemos recibido, gracia tras gracia:

17 porque la ley se dio por medio de Moisés,

la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo.

18 A Dios nadie lo ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

 

Pauta para hacer Estudio de Evangelio, personal o compartido

1

Oración para pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y amar a Jesucristo y, de este modo, poder seguirle mejor y darlo a conocer

2

Anoto algunos hechos vividos esta última semana

3

Leo/leemos el texto. Después contemplo y subrayo

4

Ahora anoto lo que descubro de JESÚS y de los demás personajes, la BUENA NOTICIA que escucho...

Conocer y amar a Jesucristo, “Palabra que se hizo carne”, ¿en qué me ha hecho valorar y amar la vida humana?

5

Desde el evangelio, vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi alrededor...

Me fijo en el testimonio de personas que acogen a Aquél que ha venido.

6

Llamadas que me hace –que nos hace– el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso(s)

7

Oración. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo...

 

Notas por si hacen falta

 

Notas sobre el Evangelio de Juan y como contempla a Jesús

 

  • Estamos ante una contemplación del Dios hecho hombre. Juan insiste mucho en mostrar a Jesús como hombre: aquí está el hombre (Jn 19,5). Y, a la vez, ya comienza situándolo como el que “estaba junto a Dios” desde el “principio” (1).
  • Jn quiere ayudar a creer que Dios no permanece en la lejanía de un cielo extraño a la vida humana y que, al contrario, asume la carne humana con todas sus consecuencias. Creer esto nos hace mirar al mundo y a la humanidad con los mismos ojos de Dios, que se lo mira con amor y se da del todo porque lo ama: Jn 3,16. No tenemos que buscar a Dios en las estrellas o en los pliegues de la mano, ni en religiosidades que recluyen a Dios en los ritos, en los templos, en objetos e imágenes sagradas... Él… viene ahora a nuestro encuentro en cada ser humano y en cada acontecimiento, como agradecíamos en las misas de Adviento.

 

Notas para fijarnos en Jesús y el Evangelio

 

  • Este comienzo de Jn nos quiere recordar el comienzo de la Biblia: Al principio creó Dios el cielo y la tierra (Gn 1,1). Y otros pasajes bíblicos: El Señor me poseía desde el principio, antes que sus obras, desde la eternidad... (Pr 8,22-26). También: Eclo 24,1-22.
  • “La Palabra” (1.14) es Jesucristo, como se afirma al final del prólogo (17-18). El evangelio irá contemplando a este Jesucristo que ha bajado del cielo y ha subido (Jn 3,13; 6,62; 8,58; 17,5.24).
  • En el v.1 encontramos que Jesucristo existe desde antes de la creación. Jn tiene interés en vincularlo a la realidad creada (3). Él ha intervenido en la Creación. Está unido al Creador, unido en la acción de quien da la vida (Jn 5,17). Y se convierte en la luz que ilumina a aquellos que han recibido esta vida (9). Otras páginas que podemos leer: Pr 8,22; Sab 9,1; 1Co 8,6; Col 1,16-17; Hb 1,2-3; Ap 3,14.
  • La afirmación “en él había vida” (4) la encontramos desarrollada más adelante, cuando Jesús es cuestionado por haber hecho posible que un cojo camine (Jn 5,1ss). En la respuesta a la interpelación, Jesús se manifiesta unido al Creador, el Padre que sigue trabajando (Jn 5,17). Y afirma: Así como el Padre tiene vida en sí mismo, también ha dado al Hijo tener vida en sí mismo (Jn 5,26).
  • La luz” (4.5.7.8.9) no aparece en oposición a “la tiniebla”, sino como la que “brilla en la tiniebla” (5). Es cierto que existe una oposición de “la tiniebla” a “la luz”: vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas (Jn 3,19). Pero aquél que es “la luz” viene para brillar, no para hacer oposición.
  • La luz verdadera” (9) es para todo el mundo: “vino al mundo y alumbra a todo hombre” (9). Sin embargo, muchos no la han reconocido (10), “no la recibieron” (11).
  • Estos que no la reconocieron ni recibieron son “el mundo” (10), son “los suyos”, los de “su casa” (11). Cuando dice “el mundo”, Jn se refiere a la oposición radical que Jesús encontró y encuentra en su misión. La palabra “mundo” significa eso sobre todo en los cc. 13-17 (Jn 14,17.19.27; 15,18.19; 16,8.20; 17,9.14.16.25). Por ello, Jesús no es del mundo (Jn 8,23) y los discípulos tampoco (Jn 17,14.16). Pero también es Jn quien afirma que Dios ama al mundo y le envía a su Hijo (Jn 3,16), y que también los discípulos serán enviados al mundo (Jn 17,18; 20,21). El mundo es una realidad amada por Dios.
  • Respecto a “los suyos”, los de “su casa” (11), se trata de una referencia a Israel, el pueblo que ha rechazado a su Mesías. Al mismo tiempo, es una referencia al conjunto de la humanidad que, como tal, no ha aceptado la Palabra hecha carne. No es fácil aceptar a un Dios que viva con nosotros.
  • El contraste: hay quienes sí que “lo recibieron” (12). Son quienes “creen en su nombre” (12) y no son “los suyos”, no son los de “su casa” (11), no son los de un grupo determinado. Ello nos cuestiona: ¿qué entendemos por “creer”? Para responder Juan no apunta a la posesión de un conjunto de creencias y, menos, de ideas, sino a la acogida de una persona, Jesucristo, “la Palabra hecha carne” (14), el que se identifica totalmente con Dios y totalmente con la humanidad.
  • A los que “creen” les ha dado “poder para ser hijos de Dios” (12). Más adelante Juan insiste: Jesús da la vida no sólo por el pueblo, sino también para reunir a los hijos de Dios que estaban dispersos (Jn 11,52). Ser hijo de Dios es un don. Nadie lo es sino por la muerte y resurrección de Jesucristo. Nadie puede presentar currículum para serlo: no se es hijo de Dios por haber “nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano” (13). Y, en cambio, todo el mundo puede recibir este regalo: solamente hay que “recibir” (12) a quien es “la luz verdadera” (9). San Pablo lo dice así: todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús (Ga 3,26).
  • La palabra traducida por “carne” (14), significa la condición humana en su vertiente de debilidad y limitación. Este es el núcleo de este prólogo y de todos los escritos joánicos (Jn 6,53-55; 1Jn 4,2; 2Jn 7). Y esto, precisamente, es lo que celebramos por Navidad: que Dios asume esta condición humana y vive “entre nosotros”.
  • “Acampó” (14) també se podría traducir por ‘habitó’. Pero acampar o plantar la tienda alude al templo o tabernáculo donde Dios se manifestaba en medio de su pueblo en su camino hacia la libertad (Ex 40,34-35) –como aquí cuando dice “hemos contemplado su gloria” (14)–. Con Jesús cambia el concepto de culto, que ya no depende de un edificio: es una ofrenda de la propia existencia (Rm 12,1) y tiene que ser hecha en Espíritu y en verdad (Jn 4,23). Los cristianos son templos del Espíritu Santo (1Co 6,19; 2Co 6,16).