Domingo 4º T.O. - B

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Estudio de Evangelio. Aurelio Feliciano Sosa

Marcos nos presenta el primer conflicto entre Jesús y los mandatarios religiosos. El pueblo capta la fuerza y autoridad que emana de aquel profeta.

 

31 de enero de 2021. Mc 1,21-28

Llegaron a Cafarnaún y el sábado siguiente fue a la sinagoga y se puso a enseñar. Estaban asombrados de su enseñanza porque lo hacía con autoridad, no como los letrados. Precisamente en aquella sinagoga había un hombre poseído por un espíritu inmundo y se puso a gritar: ¿” Qué tienes contra nosotros, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: ¡el Consagrado por Dios”!  Jesús le increpó: ¡” Calla y sal de este hombre!” El espíritu inmundo lo retorció y, dando un alarido, salió. Todos se llenaron de estupor y se preguntaban: “¿Qué significa esto? ¡Un modo nuevo de enseñar con autoridad y, además, da órdenes a los espíritus inmundos y le obedecen”!  Su fama se divulgó rápidamente por todas partes, en toda la región de Galilea.

 

Acogemos la luz del Espíritu: “¡Ven, luz que penetras las almas, Fuente del mayor consuelo!”

 

Notas.

El primer espacio de enfrentamiento con el sistema religioso es la sinagoga. Paradójicamente, en el lugar donde se reunían los israelitas piadosos para estudiar la ley, donde se buscaba la pureza, Jesús encuentra a un hombre impuro: la Ley no le ha podido curar.

Entra en la sinagoga, en el sábado, para enseñar, pero su enseñanza no es un mero discutir o interpretar, sino decir algo nuevo: enseña curando, es decir para liberar al hombre poseído, alienado. El evangelio es palabra liberadora, que sana en su raíz a la persona oprimida por un sistema que educa para la opresión.

Los polos opuestos chocan: los espíritus impuros descubren la santidad de Jesús: es el Santo de Dios.

El enfrentamiento de Jesús se visibiliza imponiendo silencio y expulsando con autoridad el espíritu del mal no de una forma teatral, porque lo que importa es la salud del hombre enfermo, no el espectáculo para satisfacer la curiosidad y arrancar un “olé” del público. Es una terapia humanizante, al servicio de la libertad de la persona esclavizada, capaz de ser “ella misma”, sin que le domine algo o alguien, desde dentro o desde fuera.

La misma fuerza del mal, que tenía dominado al hombre, le agita, haciéndole girar y gritar.

Surge el asombro que procede de percibir una enseñanza que se identifica con la misma persona de Jesús: una autoridad capaz de establecer nexos de humanidad, liberando a los enfermos alienados, de modo que puedan ser ellos mismos.

 

Dios se nos revela en Jesús como el Dios que no quiere una Ley asfixiante, paralizante, sino liberadora.

La sinagoga, el sábado, las mediaciones religiosas, están instituidas para liberar a la persona de manera que puedan ser ellas mismas.

Un Dios vencedor del mal en todo enfrentamiento.

 

Y ésta es la Buena Noticia: En Jesús nos llega una doctrina nueva, no tanto por sus contenidos conceptuales, sino por su praxis liberadora, por su fuerza salvadora, identificada con su persona.

En Él se va haciendo realidad concreta el Reinado de Dios, liberando a los oprimidos por el mal.

Su proyecto, su fama, sale triunfante de este primer combate; el de Juan ha fracasado en Judá-Jerusalén: ha sido entregado-traicionado; el de Jesús se va extendiendo por toda Galilea, la tierra donde ha comenzado a proclamar el mensaje del Reino.

 

Hoy, nos extrañamos de que en nuestra Iglesia a veces nuestra gente esté paralizada por una pastoral que no ayuda a crecer y a desarrollar toda su virtualidad; personas que se sienten asfixiadas por una religiosidad no precisamente liberadora.

No basta la palabra elocuente, los brillantes análisis, los documentos solemnes. Es preciso que las obras acompañen a la palabra. Mejor, que la Palabra sea liberadora, resucitadora, proactiva, performativa, desvelando el mal, la injustica, el pecado del individuo y de la sociedad, y dando pasos a procesos de sanación, como intenta hacerlo nuestro Papa Francisco.

Las palabras y gestos del Papa están suscitando, dentro y fuera de la Iglesia, rechazo y confrontación, poniendo al descubierto lo que hay en los corazones.

El proceso continuo de conversión de la Iglesia para seguir los pasos del Profeta de Nazaret avanza imparable entre luces y sombras, progresos y retrocesos.

Los Movimientos Apostólicos, Cáritas, Manos Unidas y otras muchas organizaciones dentro y fuera de la Iglesia, sigue apostando por tantas personas alienadas para que sean capaces de decir “yo sé” y desde esa conciencia, puedan ponerse en camino para su liberación integral.

 

Esta Palabra nos invita a la gratitud hacia Jesús, por su coherencia y compromiso en favor de la persona cautiva.

A escuchar su Palabra sabia, una palabra con autoridad, una palabra que viene del Cielo, una palabra poderosa.

A que nuestra palabra sea una palabra respaldada por una vida coherente.

A vivir en la convicción de que la fuerza sanadora del Señor es capaz de vencer el mal.

A no perder la capacidad de asombro y seguir extendiendo Su fama por donde quiera que vayamos.

 

Dialogamos con Jesús, contemplando la escena, `como si presente me hallare´ con estas o semejantes palabras: Señor, gracias por tu Palabra sanadora y liberadora. Libérame a mí de mis incoherencias y desajustes internos. Que no me canse de oír tu Palabra. Quiero escucharte y seguir tu Palabra encarnada en la historia. Quiero continuar tu misión liberadora, denunciando todo lo que oprima y luchando por expulsar las fuerzas diabólicas que amenazan dominar nuestro corazón y nuestra sociedad. En la lucha entablada entre el bien y el mal, Tú, con la fuerza del Espíritu, has alcanzado la victoria, porque el brazo de Dios está contigo. Quiero contar y canta tu fama a mis hermanos. Amén”.

 

Aurelio Feliciano Sosa. Diócesis de Tenerife