La Santísima Trinidad C

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Propuesta de José María Tortosa Alarcón

ADMIRABLE MISTERIO DE AMOR

 

En algunas ocasiones solemos quedarnos sorprendidos y boquiabiertos cuando algo o alguien nos presenta cosas que nos cuestan trabajo creer o reconocer. Y, sin embargo, no dejamos de admirar eso que ha ocurrido, porque algo nos quiere decir. Es esa la experiencia que vive el salmista y por eso exclama “¡qué admirable es tu nombre –Señor- en toda la tierra!” (Salmo 8); es admirable porque Dios nos ha creado hombre y mujer dándonos el mando sobre las obras de sus manos, coronándonos de gloria y dignidad, para que nosotros hagamos lo mismo que tu hijo Jesús ha hecho, para que continuemos su obra, apoyados y guiados por la verdad que ofrece el Espíritu Santo (Jn 16,12-15). Dios se ha hecho cercano en la persona de Jesús y ya no quiere permanecer lejos de nosotros; por eso, ”el Espíritu ha sido derramado en nuestros corazones” para que demos frutos de amor verdadero (Rom 5,1-5), y unos frutos que duren hasta la vida eterna.

“Celebrar la fiesta de la Santísima Trinidad, es celebrar que no creemos en un Dios solitario y lejano, sino en un Dios que es relación entre personas, es familia, es comunidad de amor pleno y total; y ello no puede dejarnos indiferentes, sino que nos implica en la tarea de vivir desde la relación, la comunión, desde un amor que, haciéndonos más humanos, a la vez nos diviniza” (Casa de la Biblia).

El caso es que nosotros, en muchas ocasiones, seguimos empeñados en vivir y celebrar nuestra fe en solitario y sin trabajar por la comunión en la comunidad de hermanos. Llegamos a entender nuestra fe como una relación intimidísima con Dios, pero olvidando la realidad que nos rodea. Rezamos “Padre que estás en el cielo” y parece que nos quedamos aquí, pues no damos más pasos. El “venga tu Reino, hágase tu voluntad en la tierra, danos nuestro pan”, perdonar, etc. da la impresión de que no va con nosotros porque nos provoca y cuestiona la forma que tenemos de decir que somos creyentes. Sin embargo, la experiencia de Dios, presentada por Jesús y llevada a plenitud por el don del Espíritu Santo, es un amor tal, que implica relación, comunión, cuidado y mimo de unos con otros para reflejar la unidad profunda que hay entre ellos. Este es el mensaje que el pasaje del Evangelio de Juan de este domingo nos transmite. Es un pasaje que forma parte de los discursos de despedida del Evangelio de Juan, donde se van dejando cosas muy claras y fundamentales para la vivencia de la fe ahora y siempre, a saber, que el Espíritu nos guiará hasta la verdad completa siendo memoria viva de Jesús, ayudando constantemente a recordar y comprender en plenitud sus palabras, sus gestos, sus signos, a la luz de su muerte y resurrección. Así lo entendieron los discípulos y así lo transmitieron hasta nuestros días, para que hoy, también nosotros, podamos recrear esa misma experiencia que nos ayude a iluminar el presente y a mantenernos fieles a las enseñanzas del Maestro, “todo lo que el Espíritu os dé a conocer lo recibirá de mí” (Jn 16,14-15).

En la celebración de hoy, damos un gran paso en la comprensión de este admirable misterio de amor, pues descubrimos un Dios Padre que, sintiendo la humillación y el sufrimiento de su pueblo (cfr. Ex 3,1-15), decide bajar en la persona de Jesús, su Hijo (cfr. Hb 1,1-4) para mostrar, con sus palabras y hechos, que es posible vivir desde el amor y la relación de ayuda mutua. Y, para que esta experiencia no se pierda, nos deja su Espíritu Santo (cfr. Jn 16,12-15) que nos va guiando, poco a poco, hacia la verdad plena, para no perder de vista la comunión que existe entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Y si Dios es comunión, familia, fraternidad, a nosotros no nos queda más remedio que vivir desde esa experiencia, si queremos ser fieles al Evangelio y queremos trabajar por el Reino de Dios.

José Mª Tortosa Alarcón. Presbítero en la Diócesis de Guadix-Baza

 

 

PREGUNTAS:

  1. La fe en la Trinidad, ¿qué tipo de Sociedad y de Iglesia nos invita a construir?
  2. ¿Qué signos de esa sociedad e iglesia descubrimos a nuestro alrededor?