Propuesta de Jose Maria Romaguera Bach
Dios no es un juez, ni injusto ni justo. Es, eso sí, alguien que “hará justicia sin tardar”. Pero esta “justicia” es otra cosa diferente de lo que imparten los jueces. Es la justicia que nos hace justos, es decir, que nos humaniza y nos salva.
¡Que vaya bien!
20 octubre 2019
Evangelio según Lucas (18,1-8)
En aquel tiempo, 1 Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola:
2 –Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. 3 En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle:
»–Hazme justicia frente a mi adversario.
4 »Por algún tiempo se negó, pero después se dijo: “Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, 5 como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara.”
6 Y el Señor añadió:
–Fijaos en lo que dice el juez injusto; 7 pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? 8 Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?
Pauta para hacer Estudio de Evangelio, personal o compartido
1
Oración para pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y amar a Jesucristo y, de este modo, poder seguirle mejor y darlo a conocer
2
Anoto algunos hechos vividos esta última semana
3
Leo/leemos el texto. Después contemplo y subrayo
4
Ahora anoto lo que descubro de JESÚS y de los demás personajes, la BUENA NOTICIA que escucho...
A la luz de estas palabras me pregunto sobre mi oración: ¿qué descubro de ella, cómo queda iluminada o cuestionada mi manera de orar...?
5
Desde el evangelio, vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi alrededor...
Entre la gente de mi alrededor, ¿qué personas encuentro con la fe de la viuda?
6
Llamadas que me hace –que nos hace– el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso(s)
7
Oración. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo...
Notas por si hacen falta
Notas para seguir el hilo del Evangelio
- Entre el evangelio del pasado domingo y este de hoy, siguiendo a Lucas encontramos un fragmento que la liturgia ha omitido: Lc 17,20-37. Se trata de un debate con los fariseos y unas palabras dirigidas a los discípulos, de las cuales hoy leemos la continuación. La temática es la venida del Reino de Dios (Lc 17,20). Jesús es claro: El Reino de Dios viene sin dejarse sentir. Y no dirán: “Vedlo aquí o allá”, porque el Reino de Dios ya está entre vosotros (Lc 17,20-21).
- El evangelio de las diez personas afectadas por la lepra, del domingo pasado, terminaba con una especie de felicitación de Jesús a aquel hombre samaritano que había sido leproso. Después de animarlo a ponerse en pie y en acción, le decía: tu fe te ha salvado (Lc 17,19). Es la constatación de la fe de un hombre.
- El de hoy, en cambio, acaba en punta: “cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?” (8). Jesús pone en cuestión la fe de los que le escuchan, en este caso sus discípulos (Lc 17,22), nosotros.
Notas para fijarnos en Jesús y el Evangelio
- En el camino hacia Jerusalén, los discípulos y todas las personas que van encontrándose con Jesús, tienen la oportunidad de posicionarse respecto a Él. La relación posibilita que la “fe” se defina.
- En esta escena Jesús les propone una parábola “para explicarles cómo tenían que orar siempre sin desanimarse” (1). La temática, entonces, es la oración en cuanto a actitud permanente de los discípulos. Pero unida a la fe, lo cual parece una obviedad, pero que Jesús nos cuestiona (8).
- Antes ha vinculado a la fe otras cosas: la vida, centrada en Dios y en los demás, especialmente en los pobres (Lc 16,19ss); la capacidad de perdonar siempre (Lc 17,1-4); y, el pasado domingo, la vida nueva de quien reconoce que Dios actúa en su propia vida (Lc 17,11-19). Los discípulos ya se habían dado cuenta de que, si la fe es así, necesitan de ella, y la piden como don que es: Auméntanos la fe (Lc 17,5).
- De esta parábola, como en otros casos, no tenemos que hacer una lectura alegórica. Es
- decir, el “juez injusto” (6) no representa a Dios.
- La parábola pone el acento en la actitud de la “viuda” y la situación de la que parte (3). Es una persona totalmente dependiente de la misericordia de los demás y de Dios. En la necesidad, pide. Tiene conciencia de que es dependiente, necesitada. Y pide.
- La oración de los discípulos de Cristo, entonces, se caracteriza porque surge de personas que no son autosuficientes, que no están por encima de los demás, que no tienen poder ni dinero. El/la discípulo/a de Jesús ora cuando pone su vida (toda su vida, en todas sus dimensiones) en las manos de Dios, y lo hace confiadamente.
- La oración del/la discípulo/a de Jesús no es un hablar por hablar (Mt 6,7). Es una actitud, un estilo, incluso una acción. Expresa la “fe” (8) ante Dios, no ante la gente: cuando vayas a orar, entra en tu aposento y, después de cerrar la puerta, ora a tu Padre, que está allí, en lo secreto (Mt 6,6).
- Y de Dios, ¿qué dice de Dios la parábola? De entrada no dice que sea un juez, ni injusto ni justo. Es, eso sí, alguien que “hará justicia sin tardar” (8). Pero esta “justicia” es otra cosa diferente de lo que imparten los jueces. Es la justicia que nos hace justos, es decir, que nos humaniza y nos salva. El evangelista Lucas dice muchas veces que “sin tardar” (8), hoy mismo, Dios se hace presente entre nosotros para hacernos justos: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor (Lc 2,11); Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy (Lc 4,21); Hoy ha llegado la salvación a esta casa... (Lc 19,9).
- En otra enseñanza sobre la oración, Jesús ha dicho qué es lo que Dios da: el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan! (Lc 11,13). Por eso “orar siempre” (1) parte de las necesidades concretas –el pan de cada día–, pero espera la novedad, la sorpresa: hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo (Mt 6,10). En cualquier caso, quien ora siempre espera confiadamente la respuesta.