Pauta para un Estudio de Evangelio. Josep Maria Romaguera Bach, diócesis de Barcelona
En el Evangelio del próximo domingo encontramos el resto de las antítesis que comenzábamos a leer el pasado domingo. Iría bien leer los dos textos juntos, sobre todo para fijarnos en el final: "sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto", que es la clave de lectura de todas estas palabras de Jesús, y de su hacer. Obviamente, la perfección de la que habla Jesús no tiene nada que ver con tener un cuerpo perfecto (¡si es que existe!), una salud perfecta (¡si es que existe!), una forma de trabajar perfecta (¡si es que existe!) ... No. Aquí se trata de bondad, de misericordia ... En definitiva, se trata de ser, sencillamente, hijos/as del Padre del cielo
Ordinario - A - 7
19 febrero 2023
Evangelio según Mateo (5,38-48)
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos:
38 –Sabéis que está mandado: Ojo por ojo, diente por diente. 39 Pues yo os digo: No hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla derecha, preséntale la otra; 40 al que quiera ponerte pleito para quitarte la túnica, dale también la capa; 41 a quien te requiera para caminar una milla, acompáñale dos; a quien te pide, dale, 42 y al que te pide prestado, no lo rehúyas.
43 »Habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo. 44 Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os aborrecen y rezad por los que os persiguen y calumnian. 45 Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos y manda la lluvia a justos e injustos. 46 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué premio tendréis? ¿No hacen lo mismo también los publicanos? 47 Y si saludáis sólo a vuestros hermanos, ¿qué hacéis de extraordinario? ¿No hacen lo mismo también los paganos?
48 »Por tanto, sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto.
1
Oración para pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y amar a Jesucristo y, de este modo, poder seguirle mejor y darlo a conocer
2
Anoto algunos hechos vividos esta última semana
3
Leo/leemos el texto. Después contemplo y subrayo
4
Anoto lo que descubro de JESÚS y de los demás personajes, la BUENA NOTICIA que escucho...
Reviso si mi relación con el Padre es propia de hijo/a, si es esta identidad la que marca tota mi vida ...
5
Desde el evangelio, vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi alrededor...
De entre las personas que tengo cerca y las que he encontrado por el camino este último tiempo, contemplo las experiencias que descubro de amor al prójimo tal como lo entiende Jesús, amor que incluye a los enemigos.
6
Llamadas que me hace –que nos hace– el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso(s)
7
Oración. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo...
Notas por si hacen falta
Notas para situar el texto
- Seguimos en el Sermón del Monte. Este domingo terminamos con los versículos dedicados a las antítesis: “... Habéis oído que se dijo ... Yo, en cambio, os digo ...”.
- Por eso puede ser bueno, antes de comenzar con el texto de hoy, releer el fragmento del pasado domingo (Mt 5,17-37) para poder situar bien este final. Sobre todo, teniendo en cuenta que el v. 48, el versículo conclusivo, se refiere al conjunto de las antítesis y proyecta sobre ellas una luz necesaria para comprenderlas.
Notas para fijarnos en Jesús y el Evangelio
- El versículo 38 cita Ex 21,24; Lv 24,20 y Dt 19,21. La ley llamada «del talión» tenía por finalidad poner un límite a la prepotencia del más fuerte y a la venganza sin control (Gn 4,23-24). Así pues, era un avance.
- Pero Jesús quiere avanzar más, y reprueba la venganza, sea cual sea su grado de violencia. Y la substituye con la propuesta del perdón (Mt 18,21-22).
- Es desde la voluntad de Jesús de superar la venganza que tenemos que interpretar las imágenes: “la mejilla” (39), el “pleito para quitarte la túnica” (40) y la obligación de “caminar una milla” (41). No las tenemos que interpretar literalmente, porque se trata, siempre, de ir más allá de la letra de la Ley. Pero tampoco las tenemos que rebajar y sí que las tenemos que interpretar radicalmente y no olvidar nunca que los demás son hermanos, hijos del mismo Padre: Alumbre así vuestra luz a los hombres para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en el cielo (Mt 5,16).
- La alternativa de Jesús (39) está en las antípodas de la propuesta de la Ley. En las cartas apostólicas vemos que las comunidades cristianas habían recogido este sentir y este hacer de Jesús y de ello habían hecho su norma de vida: Rm 12,17; 1Te 5,15; Col 3,12-13; 1Pe 3,9. Los/las cristianos/as, según la propuesta de Jesús, no tenemos que aferrarnos a nuestros derechos, ni tenemos que ir a disputar ante los tribunales –o airear en las redes de los medios de comunicación, que hoy puede ser lo mismo, lo que tendríamos que afrontar cara a cara– (1Co 6,1).
- El antiguo mandamiento del amor al prójimo (Lv 19,18) que Jesús recoge (43), es central en el mensaje cristiano, y lo encontramos citado otras veces (Mt 19,19; 22,39; Rm 13,9; Ga 5,14; Jm 2,8). Pero Jesús no solo lo recoge y se lo hace suyo sino que le da mucha más fuerza. Cita, como si también fuese de la Ley, la restricción relativa a que no hay que amar a los enemigos (43), un mandamiento desconocido en l’AT pero existente en los manuscritos de la comunidad de Qumran. Podemos suponer sin dificultades que esta restricción era entendida (y es entendida) como de sentido común. En cualquier caso, Jesús, tomándola, la supera totalmente invitando a “amar a los enemigos” y a “rezar por los perseguidores” (44). La razón no es otra que el “Padre que está en el cielo” (45). Sería: el Padre del cielo lo hace; si sois hijos y, por lo tanto, hermanos los unos de los otros, también lo podéis hacer.
- Jesús, por lo tanto, no niega que los enemigos sean enemigos. Pero recuerda que, además de enemigos, son hermanos, son hijos del mismo Padre que tú y que yo. No se trata, entonces, de negar la realidad. Un enemigo es un enemigo y, como tal, no puede recibir el afecto espontaneo que cada uno tiene por los familiares y amigos. De lo que se trata es de recordar que aquella persona que es enemiga también es hija del Padre del cielo. Y esto hace cambiar la posición ante el otro. Cada uno tendrá que posicionarse de nuevo y hacer la síntesis de las dos realidades. Jesús, con su vida, se posiciona claramente (Lc 23,34). Orar por los enemigos, como lo hace Jesús, hará posible que los miremos de otra manera.
- El versículo 48 tiene como trasfondo Lv 19,2 y Dt 18,13. Pero en aquellas citas hay una propuesta de santidad entendida como separación de lo que no es santo. En cambio, para Jesús se trata de imitar el comportamiento totalmente fiel e irreprochable de Dios, bondadoso con todos (45) y misericordioso (Lc 6,36).
- A Dios, Jesús le llama “Padre” un montón de veces en este Sermón. Justo en la mitad del Sermón, Jesús enseña el Padrenuestro (Mt 6,9-13). Llamarle “Padre” a Dios no es una pura comparación o metáfora que serviría para decir que Dios ama como si fuese un padre. No. Esta expresión es un anuncio, un Evangelio, que proclama quien es Dios, cual es su ser. Para que Jesús pueda decir “Padre”, antes ha escuchado que Alguien le llama Hijo (Mt 3,16). Es decir, Dios es el Padre de Jesucristo. Jesucristo es Aquel a quien Dios llama Hijo.
- Jesús nos comunica la paternidad de Dios, nos hace participar de su filiación. Nos da a Dios como Padre nuestro. En el bautismo que hemos recibido, Dios nos ha llamado diciendo «hijo» o «hija» a cada uno/a de nosotros/as. Y nosotros/as vivimos respondiendo: «Padre». Nuestra identidad nos es dada por esta filiación. Somos hijos e hijas del Padre.