Pautas para el estudio y reflexión del Evangelio. Josep María Romaguera Bach. Diócesis de Barcelona
El Evangelio del próximo domingo nos muestra que, en aquella sinagoga en la que se desarrollan los hechos, ante Jesús nadie permanece indiferente. La indiferencia que parece que existe en nuestros días en lugares donde se supone que se le conoce, quizá indica que no contemplamos a Jesús sino a una reducción cultural de su figura.
Pauta para el Estudio de Evangelio personal o compartido en grupo
1. Oración para pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y amar a Jesucristo y, de este modo, poder seguirle mejor y darlo a conocer
2. Anoto algunos hechos vividos esta última semana
3. Leo/leemos el texto. Después contemplo y subrayo
4. Anoto lo que descubro de JESÚS y de los demás personajes, la BUENA NOTICIA que escucho... Como discípulo de Jesús me doy cuenta de que su persona me admira. ¿Qué es lo que más me ha admirado y me admira de Jesús?
5. Desde el evangelio, vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi alrededor... ¿Encuentro ahí reacciones parecidas a las de la gente de aquella sinagoga?
6. Llamadas que me hace –que nos hace– el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso(s)
7. Oración. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo...
Notas por si hacen falta
Notas para seguir el hilo del Evangelio y sobre algunos conceptos
- Seguimos con la lectura de Marcos. El pasado domingo leíamos el pasaje anterior a éste, el comienzo del evangelio, de hecho: el inicio de la misión de Jesús y la llamada a los primeros discípulos a orillas del lago (Mc 1,14-20).
- Al comenzar el evangelio, descubrimos a un Jesús itinerante. Desde Nazaret, donde había vivido (Mt 2,23), ha comenzado a moverse por Galilea. Ahora va a “Cafarnaún” (21), una población fronteriza, lugar de mezcla, de diversidad. Cafarnaún se encuentra al norte del lago de Galilea.
- La “sinagoga” (21) es lugar de estudio, de interpretación de la Escritura y de oración de las comunidades judías. Su origen lo podemos encontrar en la situación de deportación de los judíos, viviendo lejos del templo y necesitados de un lugar de culto. El culto sinagogal, que tenía lugar los sábados y los demás días de fiesta, comenzaba con la recitación de algunos salmos y la gran confesión de fe llamada «Shemá», formada por Dt 6,4-9; 11,13-21 y Nm 15,37-41; seguía una parte de las «dieciocho bendiciones», y se hacía la lectura de algunos capítulos del Pentateuco y de los Profetas, seguida de una homilía. Jesús, Pablo y los primeros misioneros cristianos aprovecharon las sinagogas para predicar la buena noticia del Evangelio (Lc 4,14-30; Ac 6,8-11; 13,13-47).
- “Los escribas” (22) eran un grupo de especialistas de la Sagrada Escritura encargados de leerla, interpretarla y actualizarla (Esd 7,6.10). Combinaban el estudio de la Ley con una profesión artesana que les daba los medios de subsistencia. Jesús denuncia la hipocresía de muchos de ellos (Mt 23; Mc 12,38-40), pero también elogia a otros (Mc 12,34; Lc 10,28).
- “Espíritu inmundo” (23): Según las concepciones antiguas, los demonios son unos seres semidivinos que dominan a las fuerzas de la naturaleza. Las religiones mesopotámicas suponían la existencia de numerosos demonios o espíritus, algunos benéficos y otros maléficos. Estas religiones influyeron en las creencias del judaísmo del tiempo de Jesús, y se notan en los evangelios, donde aparecen demonios o espíritus malignos relacionados con algunas enfermedades y con fuerzas malignas que destruyen o alteran a la persona (Mt 9,32-33; Mc 5,1-14).
Notas para fijarnos en Jesús y el Evangelio
- Jesús, como todo buen judío, va cada sábado a la sinagoga a reunirse para la oración y la escucha de la lectura de las Escrituras. Cualquiera de los presentes podía ser invitado a hablar a la asamblea. Éste es el caso de Jesús, como nos describe este texto (21).
- Para nosotros Jesús es el que “enseña” (21), el Maestro. Él es la misma Palabra de Dios que se hizo (Jn 1,14).
- “Enseñaba con autoridad” (22.27). Es decir, es autor de lo que dice, no repite lo que ha dicho otro. Y hace lo que dice. Por eso es creíble. La gente lo compara con los “escribas” (22), los cuales a menudo caían en el fundamentalismo de la letra de las Escrituras o, en el mejor de los casos, interpretaban repitiendo lo que habían dicho sabios y maestros anteriores a ellos. Esto no le ocurre a Jesús, en quien encontramos la Palabra de vida, no una interpretación.
- La reacción del “espíritu inmundo” (23-24) –más adelante encontraremos otras (Mc 5,2)– ante la presencia de Jesús es para marcar distancia –literalmente le dice: ¿Qué hay entre tú y nosotros?–.
- El espíritu inmundo choca frontalmente contra Jesús, el Hijo de Dios (Mc 1,1). Este título de Jesús, o “el Santo de Dios”, como encontramos aquí (24), está a menudo en boca de los demonios (Mc 3,11; 5,7), que lo reconocen como el único que puede vencerlos.
- La palabra de Jesús ante el espíritu inmundo, “Cállate y sal de él” (25), es una palabra eficaz, que vence al mal (26). Jesús manda callar al espíritu inmundo, no sólo como expresión de victoria, sino también porque todavía no ha llegado el momento de dar a conocer abiertamente su identidad. Jesús actúa así para que su mesianismo no sea mal entendido, quiere mostrar poco a poco a sus discípulos –y a todo el mundo– que no es un mesías guerrero, triunfador y glorioso sino el Mesías pobre y humilde que tiene que pasar por el sufrimiento y por la muerte antes de resucitar. Jesús mismo no se reconoce a si mismo como Hijo de Dios hasta el final de su proceso (Mc 14,61-62), cuando ya no hay posibilidad de malentendidos.
- La autoridad de Jesús se manifiesta no sólo en su manera de enseñar (22.27), sino también en la expulsión del espíritu inmundo (27).
- Quienes estaban en la sinagoga comunican fuera lo que allí han vivido (28). Ante el Jesús Viviente nadie permanece indiferente. La indiferencia que parece que existe en nuestros días en lugares donde se supone que se le conoce, quizá indica que no contemplamos a Jesús sino a una reducción cultural de su figura.