Pautas para el estudio y reflexión del Evangelio. Josep María Romaguera Bach. Diócesis de Barcelona
En el Evangelio del próximo domingo encontramos a Jesús haciéndose encontradizo de aquellos a quienes nadie quiere encontrar.
Pauta para el Estudio de Evangelio personal o compartido en grupo
1. Oración para pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y amar a Jesucristo y, de este modo, poder seguirle mejor y darlo a conocer
2. Anoto algunos hechos vividos esta última semana
3. Leo/leemos el texto. Después contemplo y subrayo
4. Anoto lo que descubro de JESÚS y de los demás personajes, la BUENA NOTICIA que escucho...Contemplo como Jesús se acerca a tantas personas que están en los márgenes de la sociedad. Y me pongo en la piel del leproso para descubrir ahí algo sobre mi fe, sobre mi relación con Jesús.
5. Desde el evangelio, vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi alrededor...Me doy cuenta de que acción y palabra no siempre van unidas: ¿conozco experiencias en un sentido y en el otro? ¿van unidas en mi vida?
6. Llamadas que me hace –que nos hace– el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso(s)
7. Oración. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo...
Notas por si hacen falta
Notas sobre el texto y su contexto
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En la Biblia el término traducido por «lepra» se refiere a un conjunto de diversas enfermedades que afectan a la piel. La lepra hacía que la persona entrase en estado de impureza ritual. Ello la apartaba del culto y del trato y relación habitual con los demás. Cuando el mal desaparecía, había que practicar un rito de purificación (Lv 13,1-23). La lepra obligaba al enfermo a vivir fuera del poblado y los leprosos tenían que advertir a los demás de su presencia para que no se les acercase nadie (Lv 13,45-46; Lc 17,11-19). Era una enfermedad que los creyentes consideraban como un castigo divino. El libro de Isaías había anunciado que, en Jerusalén, o por el camino que llevaba a ella, no pasaría ningún impuro (Is 35,8; 52,1). Las curaciones de leprosos que hace Jesús anuncian que la salvación de Dios ha llegado (Mt 11,5).
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En este texto volvemos a encontrar (44) al Jesús que prohíbe revelar su identidad o divulgar los hechos extraordinarios que Él realiza. Mc tiene mucho interés en que sus lectores, la comunidad para la que escribe, no se equivoque sobre la identidad de Jesús. El riesgo de los cristianos de segunda generación en adelante es el de quedarse con los “aleluyas” de la Pascua olvidándose de la cruz, de la muerte, que de ningún modo se puede desvincular de la resurrección.
Notas para fijarnos en Jesús y el Evangelio
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Jesús se pone al alcance de quienes viven al margen de la sociedad (40 y 45). El “leproso” (40) es un impuro, es decir, un excluido de la comunidad.
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Jesús se compadece (41) de la persona oprimida por el mal. Algunos manuscritos del evangelio de Mc dicen que sintió «indignación» en lugar de decir que “compadecido”; en este caso habría que entender que Jesús se indigna ante la presencia del mal; su acción, por lo tanto, es fruto de una compasión que de veras es lo que significa la palabra: padecer con el que padece... hasta rebelarse contra la injusticia.
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Jesús “tocó” (41) a aquel a quien nadie quiere tocar por miedo a contaminarse, tanto física como espiritualmente, ya que es pecador. Afronta la problemática implicándose totalmente, no a distancia. Pero, sobre todo, valora a la persona por encima de cualquier consideración.
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La acción –“extendió la mano y lo tocó”– y la palabra –“diciendo”– (41) siempre van juntas en Jesús. Con su palabra expresa la voluntad de que el leproso “quede limpio” (41). Es la voluntad salvífica de Dios, el único que puede regenerarnos con su misericordia. Pero que nos regenera “tocándonos”, actuando con nosotros y haciéndonos actuar (43-45). Por eso podemos decir que su palabra es eficaz (He 4,12): hace lo que dice (42).
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Jesús invita a aquel hombre a hacer aquello que puede reincorporarlo a la sociedad según la Ley (44): cuando el sacerdote ratifique oficialmente que ya no tiene la lepra (Lv 14,2-32), podrá ser un ciudadano entre los demás.
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Lo que aquí se ha traducido diciendo “para que conste” (44), hay quien lo traduce diciendo “como acusación contra ellos”. ¡Es significativo!
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Si nos fijamos en el “leproso” (40), vemos que se acerca a Jesús con humildad: “de rodillas” (40). Su petición expresa la fe en el poder de Jesús: “si quieres, puedes” (40). Después da testimonio de Jesús, de lo que ha hecho con él (45). Su curación es señal viviente de que la salvación de Dios ha llegado para todos.