Josep María Romaguera Bach. Diócesis de Barcelona
Vivir con Jesús. Revisar la vida con Jesús. Descansar con Jesús. Volver a la acción con Jesús.
Pauta para el Estudio de Evangelio personal o compartido en grupo
1. Oración para pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y amar a Jesucristo y, de este modo, poder seguirle mejor y darlo a conocer
2. Anoto algunos hechos vividos esta última semana
3. Leo/leemos el texto. Después contemplo y subrayo
4. Anoto lo que descubro de JESÚS y de los demás personajes, la BUENA NOTICIA que escucho... Como enviado/a por Jesús, ¿Qué he “hecho” y “enseñado” esta semana? ¿Se lo he “explicado” a Jesús en la oración personal o compartiendo en el grupo, en la comunidad...? ¿Voy a compartirlo en la eucaristía dominical?
5. Desde el evangelio, vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi alrededor... En las relaciones que he tenido esta semana, ¿Qué personas (qué “multitudes”) he encontrado que “corren” buscando a Jesús, sabiéndolo o no? ¿Qué les puedo/podemos ofrecer?
6. Llamadas que me hace –que nos hace– el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso(s)
7. Oración. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo...
Notas por si hacen falta
Notas para seguir el hilo del Evangelio
- El pasado domingo veíamos que Jesús enviaba a los Doce a hacer y decir lo que Él hace y dice (Mc 6,7-13).
- Hoy la liturgia, saltándose los versículos 14-29, nos ofrece la página en la que Marcos explica qué sucede cuando los Doce regresan. Podemos contemplar esta escena haciendo tres miradas específicas: a Jesús, a los Apóstoles y al Pueblo.
Notas para fijarnos en Jesús y el Evangelio
- Jesús reúne (30) a quienes antes había dispersado (Mc 6,7). Es lo mismo que hace con nosotros cada domingo en la Eucaristía: reúne a quienes el domingo anterior había dispersado a la misión, a dar testimonio.
- El “sitio tranquilo” (31-32) que Jesús ofrece es equivalente al desierto, en el cual Él mismo hacía estancias (Mc 1,12-13). Es lugar simbólico de encuentro con Dios, para contrastar con Él la vida y la acción.
- En Él está el verdadero descanso (31): Venid a mí todos los que estáis fatigados y sobrecargados, y yo os daré descanso. Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera (Mt 11,28-30); Así dice el Señor: Paraos en los caminos y mirad, y preguntad por los senderos antiguos, cuál es el camino bueno, y andad por él, y encontraréis sosiego para vuestras almas (Jr 6,16).
- Jesús se deja encontrar por aquel pueblo que busca, que tiene necesidad de “pastor” (33-34).
- Ve al pueblo –“una multitud” (34)–, lo mira con actitud amorosa –“le dio lástima” (34)–, y se entrega a él – “se puso a enseñarles”– (34).
- Él es alimento para su pueblo. Alimento que se da como Palabra –“ se puso a enseñarles con calma” (34)– y como Pan (lo veremos los próximos domingos: Mc 6,35-44 y Jn 6). Son los dos sacramentos de su presencia que alimentan nuestra fe cada domingo.
Contemplemos la acción de los apóstoles
- Los apóstoles son conscientes de que su misión tiene el origen en Jesús (Mc 6,7-13); y que, por lo tanto, también se tiene que revisar con Él (30). De esta manera se expresa que Jesús no abandona a aquellos a quienes ha embarcado.
- La misión de los apóstoles consiste en “hacer” y “enseñar” (30), como la de Jesús.
- Están a disposición del pueblo, y esto es agotador (31). El evangelista ya había explicado anteriormente una situación parecida: Jesús vuelve a casa. Se aglomera otra vez la muchedumbre de modo que no podían comer (Mc 3,20).
- En Jesús encuentran el “descanso” (31), un descanso que no sólo no evade de la realidad, sino que reenvía a ella (33-34).
Contemplemos la vida del pueblo al que Jesús se da
- Es un pueblo que busca, que “corre” buscando a alguien que le parece que le hará bien (31 y 33).
- Un pueblo que busca porque necesita “pastor” (34), necesita palabras de vida, palabras que no sobrecarguen (Mt 11,28-30).
- Es un pueblo compuesto por personas que también necesitan “descanso” (31), agobiadas por muchas cosas, dificultades de la vida...
- La experiencia del pueblo “como ovejas sin pastor” (34) que Marcos describe, recuerda una experiencia común en toda la historia de la salvación. Los profetas lo habían denunciado y habían anunciado que Dios mismo sería el pastor: reclamaré mi rebaño de sus manos y les quitaré de apacentar mi rebaño. Así los pastores no volverán a apacentarse a sí mismos. Yo arrancaré mis ovejas de su boca, y no serán más su presa... (Ez 34,10ss).