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CELEBRACIÓN DE LA PASIÓN DEL SEÑOR - VIERNES SANTO - 2025

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Josep María Romaguera i Bach. Diócesis de Barcelona

La primera lectura es el IV cántico del siervo de Isaías que "justificará a muchos" tomando "el pecado de muchos" e intercediendo "por los pecadores". En el evangelio leemos la pasión de Nuestro Señor Jesucristo según san Juan (18,1-19,42). Jesús sabía que había llegado su hora y sabiendo todo lo que le venía encima, en el huerto de los olivos toma la iniciativa. No le quitan la vida como lo expresa en el capítulo 10: [la vida] nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente (Jn 10,17-18). La hora de Jesús es la hora del cumplimiento de la voluntad del Padre.

Pauta para el Estudio de Evangelio personal o compartido en grupo
1. Oración para pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y amar a Jesucristo y, de este modo, poder seguirle mejor y darlo a conocer
2. Anoto algunos hechos vividos esta última semana
3. Leo/leemos el texto. Después contemplo y subrayo
4. Me fijo (y anoto) en las palabras y silencios, actitudes y convicciones de JESÚS. Lo contemplo llevando la iniciativa en todo el relato. Contemplo su humanidad y su divinidad. Y los demás personajes. Y la BUENA NOTICIA que escucho...
5. Desde el evangelio, vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi alrededor... A la luz de lo que dice Pilato: “¡he aquí al hombre!” (19,5), contemplo la imagen de la humanidad que Jesús manifiesta. ¿En quien veo esta imagen en mi entorno? Y a la luz del “yo soy rey” (18,37) contemplo la imagen del Rey crucificado –Dios reina desde la Cruz del “hombre” Jesús– y me pregunto como actúa este Dios en nuestro mundo.
6. Llamadas que me hace –que nos hace– el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso(s)
7. Oración. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo...

 

Notas por si hacen falta
 
Notas para fijarnos en Jesús y el Evangelio
 
  • Sabiendo todo lo que venía sobre él” (18,4). Como ya veíamos en el comienzo de la santa cena –Jesús sabía que había llegado la hora (Jn 13,1)–, Jesús lleva la iniciativa en todo momento. También lo expresa en el capítulo 10: [la vida] nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente (Jn 10,17-18). Él, por la especial relación que mantiene con el Padre, señala el comienzo de los acontecimientos que siguen. La hora de Jesús es la hora del cumplimiento de la voluntad del Padre. A un paso de morir, lo volvemos a encontrar (Jn 19,28).

  • El “yo soy” (18,5) recuerda la revelación que Dios hizo de su nombre a Moisés (Ex 3,14-16; Is 41,4; 43,10) y es una clara referencia a la realidad de Dios, con la cual Jesús se identifica.

  • El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?” (18,11). En el AT, “el cáliz” era una imagen de sufrimiento (Is 51,17-22; Jr 25,15; Ez 23,32-34; Sl 75[74],9) e incluso de castigo. Aquí es una alusión clara a la pasión y muerte de Jesús.

  • El otro discípulo” (18,15), llamado así también en Jn 20,3-4.8, probablemente es el mismo que en otros lugares es llamado el discípulo amado o al que Jesús amaba (Jn 13,23; 19,25-27; 21,7.20-24). No se dice nunca que sea uno de los Doce, pero es una figura importante del evangelio y sirve de modelo para los creyentes. Más adelante, al pie de la cruz (Jn 19,27), aparecerá como el primer miembro de la nueva familia de Jesús.

  • El pasaje de las negaciones de Pedro (18,17-27) pone de manifiesto a qué compromete ser discípulo de Jesús, no sólo por el interrogatorio que le hacen sino también por la respuesta de Jesús al gran sacerdote: “Interroga a los que me han oído, de qué les he hablado. Ellos saben lo que he dicho yo” (18,20-21). Según esto, en la vida y en la voz de un discípulo tiene que ser posible encontrar y escuchar a Jesús.

  • Jesús es acusado de “malhechor” (18,30). Pero al final lo acusarán de traición al César y, por lo tanto, de revuelta contra Roma (19,12). De esta manera los líderes religiosos judíos pueden presionar a Pilato.

  • La realeza de Jesús (18,33) ocupa un lugar fundamental en el relato de la pasión. Jesús es exaltado y entronizado como rey de los judíos (19,14.19): es su glorificación, la revelación plena de su condición de Hijo, sentado a la derecha del Padre.

  • Esta realeza de Jesús no tiene su origen en este mundo ni tiene nada que ver con los valores que dominan en él (18,36). La palabra “mundo”, que ya encontrábamos al comenzar el evangelio de Jn (1,10), señala una oposición compacta y radical contra Jesús (Jn 14,17.19.27; 15,18.19; 16,8.20; 17,9.14.16.25). En este sentido, ni Jesús es del mundo (Jn 8,23) ni los discípulos tampoco (Jn 17,14.16). Pero Dios ama al mundo y le envía a su Hijo (Jn 3,16), y también los creyentes serán enviados al mundo (Jn 17,18).

  • Ser testigo de la verdad” (18,37) significa comunicar, con la vida y las palabras, aquello que Jesús ha visto y ha escuchado del Padre (Jn 5,19; 8,26). La verdad (Jn 8,32) es Dios mismo (Jn 1,17), la plenitud de vida comunicada por Jesús.

Con las palabras de Pilato (19,5), la humanidad de Jesús se muestra en toda su desnudez. Sólo hay que darse cuenta de como describe su imagen este versículo. La encarnación (Jn 1,14) llega a su última etapa: la muerte. El evangelio de Juan habla muchas veces de Jesús como hombre (Jn 4,29; 5,12; 7,46; 8,40; 9,11.16.24; 10,33; 11,47.50 y, con mucho énfasis, aquí, 19,5). La condición humana de Jesús es uno de los elementos fundamentales de la fe.