Primer día
+ Presentación del documento para el discernimiento de la asamblea
+ Retiro de Antonio Bravo: amar a los pobres y permanecer en la pobreza
Segundo día
+ Estudio de Evangelio, testimonio, comunicación e informes
+ Discernimiento: "Señor, ¿qué quieres del Prado regional para los próximos años? ¿Cómo seguir viviendo y desarrollando la vocación pradosiana en las nuevas situaciones sociales y eclesiales?
+ Elecciones: Es elegido como Responsable regional para los próximos 5 años Diego Martín Peñas (diócesis de Ávila)
+ Eucaristía
Tercer día
+ Estudio de Evangelio, testimonio e informes
+ Discernimiento:
Hemos señalado, ante los hechos vividos de la guerra y la pandemia, la fragilidad de nuestro mundo en diversas dimensiones: material, psicológica, de relación espiritual. La conciencia de la fragilidad nos abre a nuestra propia verdad: somos seres en fragilidad. Al vivirla de manera consciente se nos abre el camino de humildad, de la fraternidad y de la trascendencia. Hemos descubierto que acoger y permanecer amando la fragilidad y el despojo, como lugar teológico, nos revela al Dios de la Pascua en quien los pobres pueden tener vida.
Le 10, 17-37: ¿Qué he de hacer para heredar la vida eterna?
Jn 4: Dame de beber
2Cor 4, 1-18: Tesoro en vasos de barro
1Jue 6, 11-18: ¿Por qué nos ocurre todo esto?
Jn 19, 28-36: Tengo sed ... brotó de su costado agua
Ex 3, 1-15: He visto la aflicción de mi pueblo
El Prado comienza con la contemplación que hace el padre Chevrier el día de Navidad de 1856 sobre la encarnación del Hijo de Dios. En nuestro acercamiento a la Palabra hemos visto la encarnación como proceso continuo de abajamiento en las necesidades materiales, psicológicas, relacionales y espirituales de las personas, por el que acogemos el dinamismo con el que Dios salva a la humanidad.
Los textos de la samaritana y del buen samaritano nos han hecho descubrir que nosotros vivimos la fragilidad de aquella mujer de Sicar; que, también nosotros, andamos perdidos en el sinsentido de la superficialidad de la vida, y que muchos de nuestros hermanos son sacramento de Cristo crucificado porque, como el que asaltaron en el camino de Jericó, están apaleados y en la cuneta de la vida.
Para Cristo, la Encarnación significó abajamiento, kénosis, como nos dice el himno de Filipenses. A nosotros la conciencia de la propia fragilidad nos hace vivir en la verdad. Este caminar en la verdad es el primer paso para abrirnos a un proceso de conversión personal. Día a día palpamos nuestra debilidad y la debilidad de nuestros hermanos. Como Cristo con la samaritana estamos llamados a hacer procesos de diálogo cercano, humilde y paciente, desde una pedagogía de la comprensión, para vivir con ellos la dignidad y la alegría de ser hijos de Dios. El padre Chevrier así lo vivió: "Iré en medio de
ellos, y viviré su propia vida; estos niños verán más de cerca lo que es el sacerdote y les daré la fe" (Constituciones 9).
ESPERANZA
La fe en Jesucristo, la alegría del tesoro recibido (2 Cor 4,7), nos conduce de la desesperanza y escepticismo a la certeza de que Dios está con nosotros (Jue 6,12). Estamos invitados a dar razón de nuestra esperanza (1Pe 3,15), a mantenernos firmes en ella, ya que se fundamenta en Cristo resucitado (Hb 10,23); y de este modo hacer el tránsito de la pregunta: "¿Por qué nos pasa esto?, y de la afirmación "iDios nos ha abandonado!" a la revelación "Yo estoy con vosotros todos los días hasta el final de los tiempos" (Mt 28,20).
En la cruz, la sed de Jesús, su fragilidad, se convierte en agua que brota de su corazón para salvación de todos (Un 20): la fuerza de Dios se manifiesta en la debilidad.
Primera pista: Profundizar en el dinamismo de la Encarnación del Verbo en pobreza y fragilidad.
Orientar nuestros estudios de evangelio a la Contemplación de la Encarnación de Cristo y del Espíritu en su Iglesia.
Orientar nuestra mirada contemplativa a la acción del Espíritu en la vida de los pobres.
Recuperar o profundizar estilos de vida y comportamientos de encarnación acogiendo con decisión y creatividad las palabras de Chevrier: “Iré en medio de ellos, conocerán lo que es un sacerdote y les daré la fe”.
Darnos tiempo para que la vida de los pobres y los más frágiles entren en nuestro corazón y en nuestros planes pastorales, optando por una actuación al modo de proceso sin caer en la tentación de inmediatez que impide transformaciones auténticas: el tiempo es superior al espacio (222 EG).
Segunda pista: Cuidar el dinamismo de una conversión personal y pastoral para
ofrecer el “agua viva” de Jesucristo a nuestras comunidades.
Acompañarnos en el equipo fraternalmente en nuestras fragilidades cultivando los medios pradosianos para convertir nuestro ministerio a Cristo.
Conocer de verdad, cordialmente, a las personas de nuestras comunidades, orar por ellas, y con creatividad pastoral facilitar que descubramos con ellas el amor a Jesucristo. Esto supone “dar el cuerpo, el espíritu, el tiempo, los bienes, la salud y la vida.” (Saint Fons)
Buscar que nuestros equipos del Prado sean signo de fraternidad en nuestro presbiterio, en medio del aislamiento y la polarización que con frecuencia experimentamos.
Tercera pista: Vivir la paradoja del misterio Pascual gráficamente representada en el misterio de la sed de Cristo que en la cruz se convierte en fuente.
Vivir la esperanza de que los más pobres pueden ser verdaderos discípulos y hacer con ellos procesos de personalización de la fe.
Acoger, desde la oración y con realismo, la enfermedad, la frustración, la vejez, el fracaso pastoral, la irrelevancia..., como el grano de trigo que, es molido para
ser pan o enterrado para dar fruto.
Sugerencias:
• Taller sobre la mirada contemplativa y el cuaderno de vida como instrumento.
• Elaborar materiales de espiritualidad pradosiana para las personas sencillas de nuestras comunidades.
• Recuperar y remozar textos de años anteriores, por ejemplo, sobre el Siervo y la resurrección como fuente de alegría y esperanza.
+ Eucaristía y clausura de la Asamblea