Fiesta del Padre Chevrier (2 de octubre, 2009)
Fil 3, 8-14. Mt 11, 25-30
(Primacial de San Juan. Lyon)
Queridos hermanos y hermanas,
Cuando el Cardenal Barbarin me propuso dar esta homilía, acepté con mucho gusto, en esta fiesta del Beato Antonio Chevrier. Sucede que esta semana, participo en un retiro internacional de sacerdotes en Ars. Somos 1200 provenientes de 75 países diferentes. Es una hermosa asamblea reunida alrededor de Jesucristo, el único Sacerdote, el verdadero Pastor... una asamblea fraternal de personas llamadas a convertirse cada vez en mejores creyentes, para servir mejor a la acción de Dios en las comunidades cristianas, para ser colaboradores del Espíritu Santo en el mundo de hoy en día. La figura del santo cura de Ars se nos da como referencia un poco como un hermano que ha sabido responder al llamado del Señor en la situación concreta de su parroquia.
En el centro de la festividad de a Inmaculada concepción está la Trinidad: El corazón de la Trinidad se nos manifiesta de manera especial en esta fiesta. *Es Dios quien envía al ángel y es Dios quien derrama su gracia sobre ella: El ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret,
Sesión de espiritualidad del Prado
Para seminaristas en los últimos cursos y sacerdotes
Para información toca en triptico_espiri_prado_2008.pdf
Estudiar el Evangelio es estudiar a Jesucristo. Y estudiar a Jesucristo es irle conociendo cada vez más. Tenemos que conocer más y mejor a Jesucristo para hacernos más eficaces a la hora de seguirle. Más y mejor. Más de cerca. Hacernos más eficaces en dar a conocer a Jesucristo, como él se daba (y se da) a conocer. Más eficaces en conseguir que los pobres conozcan a Jesús, y a su vez le sigan y le amen.
El Evangelio-Jesucristo es, para A. Chevrier, como una casa que se convierte poco a poco en un hogar. En nuestro hogar. Uno puede descubrir un día una casa y darse cuenta de que es muy bonita. Puede incluso pararse y observarla con detenimiento por fuera. Fijarse en todos los detalles que la hace aparecer una gran casa. Volver una y otra vez al mismo sitio para contemplarla. Pero uno puede entrar. Se le aparecerán entonces tantísimos aspectos que desde la calle no se ven: las salas y habitaciones, la distribución interior, la vida que allí dentro ha palpitado o puede palpitar. Es posible incluso que llegue a comprar esa casa y viva en ella.