Juan Carlos Martín Muñoz, diócesis de Ávila

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Juan Carlos Martín Muñoz

 

Me he acercado a saludar al grupo de primero de bachiller que se confirmará en la próxima pascua. De los diecisiete que tomaron la comunión han quedado cinco que siguen haciendo camino. Entre ellos estaba Martina.

        Martina mostraba su alegría por ver llegar este momento. Me recordaba dos momentos que compartí con ella y su familia.

        El primero fue su bautizo. Sus padres pasaban por un momento crítico a causa de la crisis del 2010. Varias veces hablé con su madre de su situación e intenté hacer camino con ellos. Un día me dijo que se sentía mal porque no había bautizado a su hija ya con cuatro años. Me llama la atención que Martina lo recuerde, quizás sea la memoria colectiva que se hace en casa de los acontecimientos pasados lo que fije este recuerdo en la memoria.

        El segundo momento fue Mario. Mario era el primo de Martina. Un chico deportista que era muy apreciado en el pueblo. Un cáncer se lo llevó en apenas cuatro meses. Cuando falleció yo estaba de viaje en el extranjero y no pude acompañarles. Al volver me hice eco del desconcierto en el que estaban. La persona que me sustituyó no acertó a acoger y acompañar. Hablé con ellos y preparamos juntos una celebración para despedirnos de Mario. Su familia y sus amigos fueron protagonistas: hicieron un video de despedida y presentaron en el ofertorio objetos de valor simbólico para presentar la vida de Mario. Martina recordaba que ese día fue monaguilla y que la celebración le ayudó a despedirse de su primo.

        Descubro cómo el acompañamiento está hecho de muchos momentos: tiempo de silencio, de escucha, palabras, gestos…

        Evoco el pasaje de la muerte de Lázaro: Jesús acompaña, escucha, habla,se conmueve y llora, ora, llama, tiende la mano, da vida...

 

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15 octubre 2022

Recibí la llamada de Miguel con la noticia de que habían encontrado a Paco muerto en su casa. Paco era todo un personaje en el pueblo y el sacristán de la parroquia. Un hombre con muchas limitaciones, pero que también vivía el servicio colaborando con la parroquia. Cuando contemplo su vida siempre la veo bajo la providencia de un Dios, buen pastor, que siempre cuida de nosotros. Hijo único querido por sus padres y cuidado por sus tíos. En su familia encontró ese amor gratuito que acoge incondicionalmente y perdona limites, equívocos por ignorancia y pobrezas. Resuena el padre Chevrier con su apuesta por llevar el evangelio a pobres, ignorantes y pecadores.

        Cuando faltaron sus familiares, Paco cometió muchos errores. Casi se queda en la calle. Le ayudamos desde la parroquia intentando ser esa familia que ama incondicional e intenta acompañar haciendo camino. También personas del pueblo hacen esta labor del “hermano mayor” que camina al lado mostrando el rostro del Dios que nos ama.

        Este último año ha sido acompañado por fundabem, asociación donde Paco encontró una casa (familia), un lugar donde aprender a hacer cosas (escuela) y una proyección hacia propósitos nuevos (taller).

        Junto a Paco he aprendido lo que significa la parábola del Padre de la misericordia en lo referente a la invitación al hermano mayor: sentirme hijo amado que se alegra por el lugar que los pequeños ocupan en el corazón de Dios y celebrar la fiesta del amor misericordioso, bálsamo que sana y dignifica.

        Me uno a la acción de gracias de Jesús porque Dios ha revelado las cosas del Reino a los sencillos y humildes haciendo viva la bienaventuranza “dichosos los pobres porque de ellos es el reino de Dios”.

 

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4 octubre 2022

Al salir de la Residencia de Ancianos me encuentro con Marisa, enfermera del centro, la saludo y hablamos del grupo tan majo que hay de personas mayores con la cabeza despierta para participar en la eucaristía de un modo activo. Ella me propone formar un grupo con algunos de ellos para que me reúna con ellos.

        Recuerdo cómo fue la vuelta a la Residencia después del COVID. Me llamaron en el mes de marzo para ir a hacer el vía Crucis con ellos. Percibí cómo Marisa estaba detrás de la iniciativa. Ya entonces me llamó la atención, pues Marisa siempre había tenido una postura distante hacia la iglesia (sacerdote, miembros de la comunidad…). Desde entonces me he fijado en cómo atiende a las personas que se encuentran en la residencia. Me ha sorprendido muy en positivo el modo de escuchar, la delicadeza en el trato y cómo capta las necesidades de este grupo de ancianos. En alguna ocasión me había dicho que debía ir más a visitarles en la residencia, que lo estaban necesitando.

        Me fijo en como el Señor se sirve de personas a las que yo sentía alejadas para darme ese zarandeo que me pone en disposición de salir al encuentro en clave de servicio. Hago memoria de la frase de Jesús como respuesta a los discípulos que se habían puesto celosos porque otros sacaban demonios en nombre del Señor sin ser de los nuestros: “quien no está contra nosotros, está con nosotros” (Mc9,38-40).

        ¡Cuánto tengo que aprender de la gente del mundo de hoy! ¡Cuántos prejuicios he de quitarme para hacer camino con ellos! ¡Cuánto he de avivar la mirada creyente para descubrir al Señor presente en la sociedad actual! ¡Cuánto he de ejercitar el corazón para moverme al servicio!

 

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7 octubre 2022       

Esta mañana convoqué a través del grupo de WhatsApp a los padres del grupo de catequesis para pensar en la fecha de la primera comunión. Marta contestó a través de una llamada de teléfono.En el mes de julio le habían detectado una leucemia que la ha mantenido ingresada en el hospital casi de continuo, con algunos días libres para descansar del tratamiento.

        Marta ya perdió a su madre de cáncer, sin embargo, no transmite miedo, sino mucha esperanza y ganas de luchar. Me dice que este año es muy especial para su familia. Que no saben si podrán celebrar la primera comunión de su hijo dada su situación. Han hablado con él y no le importa que se celebre en otro momento. Yo le digo que desde la parroquia cuente con nosotros decida lo que decida, que la primera comunión de su hijo la podemos celebrar con flexibilidad, teniendo en cuenta su situación.

        Me cuenta que echa mucho de menos a su hija pequeña, de apenas año y medio. Que su marido la está acompañando en los periodos largos de ingreso hospitalario. Le ayudan mucho su suegra y sus hermanas. A su hija mayor, adolescente, le está costando, pero puede ser una oportunidad para crecer.

        Pienso en las personas “luchadoras” que se encuentran con Jesús: la mujer sirofenicia, Jairo, el leproso… Todos transmiten esperanza y dan el paso a la fe. En ese dinamismo contemplo yo a Marta y a su familia.