Domingo 5º Pascua - A_2023

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Estudio de Evangelio. Manuel Molina Calvente, diócesis de Granada

 

7 mayo 2023. Jn 14,1-12

 

I. “No estéis agitados”

Nos ponemos primero en antecedentes. Nos encontramos en los últimos días de la presencia física de Jesús entre sus discípulos. Es el momento de hablarles al corazón, momento de la despedida; pero es, también, de la misión y no se pueden olvidar todo lo que han vivido con Él.
 
Con sus palabras y signos les ha mostrado el Camino, hermoso testamento que está en el corazón y que alienta a los suyos a mantenerse unidos entorno a Él y dar la vida como Él: “no he venido a que me sirvan sino a dar la vida por todos”
 
También nosotros, a veces, vivimos momentos de desconcierto, de desierto, de incertidumbre, se nos caen los esquemas y proyectos que queremos realizar y no salen según nuestros razonamientos. Nos cuesta fiarnos de Jesús. Es la situación de los apóstoles desconcertados por los signos de entrega de Jesús: lavándoles los pies, la traición de Judas y las negaciones de Pedro.
 
No comprenden que Jesús vuelva al Padre por el camino de la Cruz. Ellos no contaban con  esto. Por eso Jesús, que lee en sus rostros la tristeza, la desorientación y el miedo, vuelto a ellos, les habla entonces como un padre que se despide: “no perdáis la calma, creed en Dios y creed también en mí». Les pide abandonarse en manos del Padre y de su Hijo. Un ejercicio de fe. Y añade: «en la casa de mi Padre hay muchas estancias,… y me voy a preparos sitio». Porque el corazón del Padre es un verdadero hogar: hay sitio para toda la familia.
 
Vivir la Pascua es estar abierto al camino del Padre. Por el Bautismos nacemos al Amor de Dios y por la Muerte y Resurrección de Jesús alcanzamos la plenitud del Amor al cual hemos sido llamados.
 
Pero los discípulos siguen desconcertados. Y Tomás, portavoz de ellos y  nuestro, le dice: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?» A lo que responde Jesús: «Yo soy el camino, la verdad y la vida.» Él es el camino de vuelta al Padre. Del Padre viene, pasa por el mundo y, «después de amarnos hasta el extremo» (Jn 13,1), vuelve al Padre.
 
Con su Pascua queda abierto el camino y se abre el hogar del corazón de Dios, como casa paterna para toda la familia humana. Jesús nos precede, nos abre la senda de la casa paterna.
 
 
II. “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”
 
VIDA: Acercarse a Jesús implica descubrir nuestro gran horizonte: Dios. Estamos acostumbrados a sueños pequeños, pasajeros, egoístas y por eso perdemos con facilidad la esperanza. Jesús nos desvela que estamos hechos para algo más grande, nada menos que para Dios. Ese es nuestro verdadero horizonte y nuestro corazón no se conformará con menos. Hay otra vida más barata, pero no es vida: “esta es la Vida eterna, que te conozcan a ti único Dios verdadero y a tu enviado Jesucristo”.
 
VERDAD: Creer en Jesús nos desvela nuestra verdad más profunda, en medio de las dudas. La verdad es que Dios nos ama en Jesús y nos hace capaces de amarnos y de hacerlo todo nuevo. Conocerlo a Él nos descubre quiénes somos nosotros en realidad: somos hijos muy amados de Dios, somos hermanos a quienes se les ha regalado un corazón nuevo para crear fraternidad. 
 
CAMINO: Confiar en Jesús nos va enseñando el único camino que es Él. Hay muchos caminos para llegar a Dios, pero uno sólo para experimentar a Dios como Padre bueno y, ese es Jesús. En él se transparenta la presencia del Padre, el decir del Padre, el obrar del padre. Confiar en sus palabras y hacer sus obras, ser su presencia, ese es el camino.
 
Y Felipe sigue también perdido como muchos de nuestros cristianos que hoy quieren ver a Dios: “Señor preséntanos al Padre; con eso nos basta”
 
III. “Quien me ve a mi está viendo al padre”. Conocer a Jesucristo es todo (Antonio Chevrier).
 
Porque las palabras que dice Jesús son palabras del Padre; las obras que hace Jesús son obras del Padre; el corazón misericordioso que les revela Jesús son las entrañas del Padre. Por eso les invita a un camino de fe, «creedme: yo estoy en el Padre y el Padre en mí». Ahora os dejo, me voy al Padre, y es hora de que vosotros continuéis mi misión: «el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago, y aún mayores».
 
En este tiempo pastoral tan nuevo que vivimos, es fácil que también a nosotros nos invada la sensación de estar solos, de no ver claros los caminos de la evangelización. No sabemos por dónde tirar muchas veces. Intuimos que hay que experimentar nuevas vías en la pastoral de la Iglesia, de la diócesis, de la parroquia, de la comunidad, de la cofradía, de la institución… Pero nos encontramos sin luz y sin fuerzas para iniciar la marcha por sendas distintas a las rutinarias.
 
En mi oración pido al Señor que a través de mis humildes dones que ha derramado en mí, ser testigo fiel de su camino haciendo presente la verdad y engendrando vida a los hermanos. “ser pan comido”