Domingo XIII T.O. A _2023

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Pauta para un Estudio de Evangelio. Josep Maria Romaguera Bach, diócesis de Barcelona

Jesús en el centro de nuestras vidas. Amarlo para, así, amar mejor a los padres, a los hijos, a los amigos ... a los más pequeños ... Este es el mensaje del Evangelio del próximo domingo.

 

2 julio 2023. Evangelio según Mateo (10,37-42)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus apóstoles:

37 –El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; 38 y el que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí. 39 El que encuentre su vida, la perderá, y el que pierda su vida por mí, la encontrará.

40 El que os recibe a vosotros, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado. 41 El que recibe a un profeta porque es profeta, tendrá recompensa de profeta; y el que recibe a un justo porque es justo, tendrá recompensa de justo. 42 El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, sólo porque es mi discípulo, no perderá su recompensa, os lo aseguro.

 

1

Oración para pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y amar a Jesucristo y, de este modo, poder seguirle mejor y darlo a conocer

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Anoto algunos hechos vividos esta última semana

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Leo/leemos el texto. Después contemplo y subrayo

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Anoto lo que descubro de JESÚS y de los demás personajes, la BUENA NOTICIA que escucho...

¿Cómo describiría el amor que Jesús tiene a las personas con quien se relaciona, especialmente a los más “pequeños”?

5

Desde el evangelio, vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi alrededor...

En los compromisos y responsabilidades que tengo, o en las que tienen las personas de mi entorno, ¿qué experiencias de felicidad encuentro?

6

Llamadas que me hace –que nos hace– el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso(s)

7

Oración. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo...

 

Notas por si hacen falta

 

Nota para seguir el hilo del Evangelio

 

  • Vamos siguiendo a Mateo, que nos explica como Jesús formaba a quienes había llamado para enviarlos (Mt 9,36-10,8). Los había llamado, recordémoslo, después de ver a las muchedumbres y compadecerse de ellas porque estaban extenuadas y abandonadas (Mt 9,36). Y los envía a responder a esta situación haciendo lo mismo que Él hace (Mt 10,8).

 

Notas para fijarnos en Jesús y el Evangelio

 

  • El fragmento de hoy tiene dos partes diferenciadas. En la primera (37-39) Jesús recuerda a los apóstoles (a los Doce y a todo bautizado que, como los Doce, haya sido llamado y enviado) que tienen que poner a Jesús en el centro de su existencia. Nada ni nadie puede ser más importante que Él. Ni la misma misión que les encarga no es más importante que Él mismo. Porque de otra manera la misión estaría marcada por un voluntarismo opresor. La persona del Hijo de Dios y las personas a las cuales Él se ha unido haciéndose hombre, son el centro de la vida y misión de todo cristiano. Es aquello de amarás al Señor... y amarás a tu prójimo como a ti mismo. En estos dos mandamientos se sostienen toda la Ley y los Profetas (Mt 22,37-40).
  • Con estas palabras Jesús no menosprecia al amor entre padres e hijos. Jesús no rebaja el amor de familia, sino que le da sentido y fuerza desde el amor que el Padre tiene a todos sus hijos e hijas y que Él –Jesús, el Hijo– ha manifestado.
  • Estas palabras tampoco pretenden fomentar un estilo de vida ‘masoquista’ basado en “cargar cruces” (38). La militancia –la misión apostólica– no es una carga dolorosa. “Tomar la cruz” no significa esto. Significa que comprometerse con los más extenuados y abandonados, sobre todo cuando son muchedumbre, comporta dificultades que hay que asumir. Es la cruz–muerte que asumió Jesús, el que resucitó. Por tanto, el seguimiento de Jesús no será fácil, pero es el camino que lleva a la vida.
  • En la segunda parte de este texto de hoy (40-42), Jesús muestra a los apóstoles que no sólo encontrarán la “cruz” sino también acogida. Era costumbre entre los judíos tratar a un enviado con el mismo respeto con que tratarían a quien lo enviaba. Quien acoge a los apóstoles, entonces, acoge a Jesús y acoge al Padre, que lo ha enviado a Él.
  • Si ponemos en relación estas palabras con las que Jesús decía antes sobre las relaciones familiares, ahora vemos que para Él nunca hay incompatibilidad entre acoger a Dios y acoger a familiares, amistades, etc., que amar a unos es amar al Otro, que a Dios sólo se le puede amar en los demás.
  • Y un detalle interesante en estas palabras sobre la acogida. Jesús habla de “recompensa” (41). Había hablado antes de ella (capítulos 5 y 6). La “recompensa” es la participación en el Reino celestial, que Dios da generosa y gratuitamente a quien quiere, más allá de cualquier exigencia o reclamación por parte de nadie (Mt 20,13-16). El detalle interesante está en la insistencia de Jesús en decir que “no perderá su recompensa” (42) quien acoge “a uno de estos pequeños”, es decir, a los más pobres, a los que no tienen nada para pagar.
  • De ello hay que extraer, al menos, dos consecuencias: la primera es que hay que evitar caer en la tentación de esperar recompensas (ello llevaría a fariseísmos). La segunda consecuencia que tenemos que extraer es que acoger a los pobres y comprometerse con ellos hace feliz.