Pautas para un estudio y reflexión del Evangelio. Josep María Romaguera Bach. Diócesis de Barcelona
En la comunidad de los discípulos de Jesús la responsabilidad es un servicio, no tiene sentido alguno el uso de títulos honoríficos ni buscar el poder.....
Pauta para el Estudio de Evangelio personal o compartido en grupo
1.- Oración para pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y amar a Jesucristo y, de este modo, poder seguirle mejor y darlo a conocer
2.- Anoto algunos hechos vividos esta última semana
3.- Leo/leemos el texto. Después contemplo y subrayo
4.- Anoto lo que descubro de JESÚS y de los demás personajes, la BUENA NOTICIA que escucho... Este estilo que Jesús propone para vivir las responsabilidades, ¿Cómo ilumina las que se me han encomendado?
5.- Desde el evangelio, vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi alrededor... ¿Qué testimonios de servicio humilde he tenido delante?
6.- Llamadas que me hace –que nos hace– el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso(s)
7.- Oración. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo...
Notas para seguir el hilo del Evangelio
Los capítulos 23-25 de Mateo forman el último gran discurso de Jesús en este evangelio. La primera parte (Mt 23,1-36), de la cual hoy leemos el comienzo (1-12), es una recopilación de palabras de Jesús, a las cuales el evangelista ha dado una carga polémica contra el judaísmo controlado por los fariseos. Tengamos en cuenta que, cuando se escribe este texto, Jerusalén ha sido destruida (año 70 d.C.) y “los fariseos” (2) se han convertido en los dirigentes del judaísmo y se han posicionado netamente contra el Evangelio de Jesucristo.
Notas para fijarnos en Jesús y el Evangelio
* La expresión “cátedra de Moisés” (2) es una manera de designar la autoridad que tenían “los letrados” como intérpretes oficiales de la Ley de Moisés –la mayoría eran del grupo de los fariseos–. Aquí parece que Jesús acepta lo que representan estos “letrados” y sus enseñanzas (3). Y critica duramente –“no hacen lo que dicen” (3)– que, para satisfacer su vanidad personal (3-7), se aprovechan de aquello que el pueblo les reconoce. Y es que a los letrados la gente les daba el nombre de «rabí» o «rabuni» (7), título que, literalmente, significa ‘mi señor’ y era equivalente a ‘maestro’. A veces Jesús mismo recibió este nombre de parte de los discípulos o de la gente (Mt 26,25; Mc 9,5; 10,51; Jn 1,38; 20,16).
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Jesús denuncia la hipocresía de muchos de los maestros de la Ley, pero alaba a otros (Mc 12,34; Lc 10,28).
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Los “fardos pesados e insoportables” (4) son el conjunto minucioso y exhaustivo de normas legales (¡hasta 613 mandamientos!) propugnadas por los letrados pertenecientes al grupo fariseo. No es extraño que Jesús, ante estas cargas, ofrece descanso a los fatigados y sobrecargados (Mt 11,28-30).
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“Las filacterias” (5): se trata de un estuche de cuero que contenía pergaminos con fragmentos de algunos textos bíblicos (Ex 13,1-16; Dt 6,4-9; 11,13-21). Los judíos llevaban las filacterias, atadas con tiras de cuero negro, sobre la frente y el brazo izquierdo durante la oración de la mañana. Esta costumbre nace de una interpretación literal de los textos mencionados, que prescriben llevar las palabras de la Ley como señal y recuerdo constantes de la fidelidad al Dios de Israel. Jesús les critica que, llevándolas muy visibles, hacen ostentación de la piedad. La crítica de Jesús a la ostentación religiosa (5), Mateo ya la había tocado antes (Mt 6,1-18).
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“Las franjas del manto” (5) eran hilos anudados que los hombres judíos llevaban en cada una de las cuatro puntas del manto. Querían ser un símbolo y un recordatorio de la observancia de la Ley en la vida diaria (Nm 15,37-41; Dt 22,12; Mt 23,5).
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Pero en este texto la atención se centra enseguida en la comunidad cristiana: “a la gente y a sus discípulos” (1). De hecho, éste es el objetivo de todas las páginas de los Evangelios. Aquí (8-12) se trata del comportamiento al interior de la comunidad cristiana, en concreto de quienes ejercen en ella alguna responsabilidad. Para ellos no tiene sentido alguno el uso de títulos honoríficos, ni buscar el poder. En la comunidad de los discípulos de Jesús la responsabilidad es un servicio (11), no tiene otro sentido.
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Que los discípulos de Jesús no tengan que querer para ellos unos determinados títulos –“maestro” (8), “padre” (9), “jefe” (10)–, no es por razones de humildad (12). Hay una razón más profunda: se trata de no tomar el puesto del único “maestro” y el único “jefe”, “que es Cristo” (10), ni de ocupar el puesto del “Padre del cielo” (9). Puede ser interesante, aquí, releer la enseñanza del padrenuestro (Mt 6,9). Es por referencia a este único maestro y pastor y al único Padre que todos nosotros somos “hermanos” (8). Ser “hermanos”, entonces, tampoco es fruto de una actitud: viene dado como fruto de haber creído en el único Padre de todos.
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En contraposición a las enseñanzas de quienes “no hacen lo que dicen” (3), Jesús enseña comprometiendo la vida, jugándose la vida. En esta escena, precisamente, lo contemplamos ya al final del recorrido que le llevará al calvario.
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Otro aspecto a destacar: Jesús no se limita nunca a la denuncia de lo que es injusto. Sino que siempre hace la propuesta. De hecho, siempre parte de la propuesta del Reino, la propuesta que él mismo vive y de la cual da testimonio; y, desde la propuesta, hace la denuncia.
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Haber acogido el don de la fe nos hace sentir pequeños ante un Dios que nos ama. Y nos hace reconocer a los demás hombres y mujeres como hermanos, hijos e hijas también amados de Dios. El honor, entonces, es para todos. Y si a alguien hay que darle más, es a los pobres; pero no con palabras.