DOMINGO XXXII DEL TIEMPO ORDINARIO. CICLO A - 2023

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Pautas para un estudio y reflexión del Evangelio. Josep María Romaguera Bach. Diócesis de Barcelona

El próximo domingo el Evangelio nos dice que la comunidad cristiana es llamada a ser la voz que día a día hace el anuncio: “¡que llega el esposo...!” (6). Ella misma tiene que estar atenta, no sea que, a pesar de hacer el anuncio, se quede afuera del Reino por no haber tenido cuidado de lo más decisivo: habría anunciado que llegaba de fuera un “esposo” que siempre había tenido consigo en los hambrientos y sedientos, despojados y forasteros, enfermos y presos (Mt 25,31-45; 28,20).

Pauta para el Estudio de Evangelio personal o compartido en grupo 

1. Oración para pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y amar a Jesucristo y, de este modo, poder seguirle mejor y darlo a conocer

2. Anoto algunos hechos vividos esta última semana

3. Leo/leemos el texto. Después contemplo y subrayo

4. Anoto lo que descubro de JESÚS y de los demás personajes, la BUENA NOTICIA que escucho... ¿Es buena noticia para mí el anuncio de “¡que llega el esposo!”? ¿Vivo toda mi vida con la conciencia de que el Señor viene a mi encuentro para vivir conmigo para siempre? ¿Qué hechos lo muestran?

5. Desde el evangelio, vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi alrededor...¿Qué testimonios encuentro ahí de personas que están siempre a punto, con las “alcuzas de aceite”, para “entrar al banquete de bodas”?

6. Llamadas que me hace –que nos hace– el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso(s)

7. Oración. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo...

Notas para situar el texto en el conjunto del Evangelio 

 Los tres últimos domingos del ciclo A del año litúrgico, hoy y dos más, recorren el capítulo 25 de san Mateo. Un capítulo que nos hace levantar la mirada. Provoca en nosotros que, teniendo los pies en la realidad, levantemos la cabeza y miremos adelante, a un futuro que es de Dios y que marca el presente.

  • El evangelista Mateo subraya que lo que es decisivo en la vida de cada uno es el amor solidario hacia los más pequeños (el último de los tres, Mt 25,31-45). Y que, en la Iglesia, servidora del Reino, es donde, permanentemente, recibimos el anuncio, la buena noticia de que Cristo viene a salvarnos: “¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!” (6), y la llamada a preparar bien, ahora y aquí, la llegada definitiva, a tener el aceite a punto (el de hoy, 1-13). Es en la Iglesia donde recibimos la llamada a anticipar el Reino, ahora y aquí, dando frutos, cada uno los que puede dar, administrando adecuadamente los bienes recibidos (el de la semana que viene, Mt 25,14-30). Es en la Iglesia donde podremos caminar con los demás, esperando la manifestación gloriosa del Hijo del hombre (Mt 25,31). Es Él quien pondrá de manifiesto aquello que ya será un hecho: si en este camino hemos amado o no a los más pequeños –dando pan y agua y vestido y acogida– (Mt 25,31-45). Este será el juicio: mostrar la realidad, tal cual es. Esto es lo que nos definirá como personas que pertenecen al Reino o no.
  • Así pues, dentro de quince días terminaremos el recorrido del año litúrgico en el que habremos contemplado, leyendo a Mateo, los pasos de Jesús. Era la posibilidad de seguirle en todo. Con un nuevo año litúrgico (leyendo a Marcos) tendremos ocasión de continuar volviendo a comenzar.

 

Notas para fijarnos en Jesús y el Evangelio

 

  • Este evangelio de hoy (1-13) es el llamado parábola de las diez vírgenes. La palabra que hay en el texto original se puede traducir por “doncellas”, como hace esta versión (1.7.8.11), o por “vírgenes”. La palabra tiene aquí un significado preciso: chicas que todavía no están casadas y en edad de estarlo.
  • Las “doncellas” tenían que ser las damas de honor del “esposo” (1.5.6.10) el día de sus bodas. Ello comportaba tener a punto “las lámparas” (1.3.4.7.8) y “el aceite” (3.4.8) para que alumbren. “El aceite” representa, entonces, aquello que cada doncella tendría que haber tomado para el momento decisivo (7).
  • Es muy significativo que los personajes que nos representan a nosotros, cristianos y cristianas, sean “diez doncellas” o “vírgenes”. Significa que todavía tenemos que casarnos, todavía no hemos hecho la alianza definitiva con Aquél, “el esposo”, que nos ama y que viene a hacer Alianza con cada uno y con toda la Iglesia y con toda la humanidad.
  • La parábola pone el acento en el hecho de que “las necias” (8) piden una cosa de hecho imposible: que sus compañeras les “den un poco de su aceite” (8). El aceite no llega para todas.
  • “Las sensatas” (9) dan la única respuesta posible. No olvidemos que se trata de una parábola en la que se apunta al final de la vida, cuando todo está ya hecho o no, es decir, cuando ya no hay ninguna posibilidad de rectificar nada. No nos embarranquemos, pues, en que si las “sensatas” tenían que compartir o no. De hecho, “el aceite” a punto significa que antes de “dormirse” (4-5) habían hecho lo que tenían que hacer, por ejemplo, compartir los bienes (Mt 25,31-45).
  • Las compañeras “necias” quedan en evidencia (9): no se puede pretender entrar al Reino si se tiene una actitud contradictoria. O se está preparado o no se está preparado (12).
  • La expresión “Señor, Señor, ábrenos” (11) nos recuerda lo que encontrábamos muchos capítulos antes en Mt: No todo el que me diga: «Señor, Señor», entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial (Mt 7,21). Esta afirmación de Jesús iba acompañada de la imagen de las dos casas, una construida sobre roca y otra sobre arena (Mt 7,24-27), para decir qué es lo que sucede si se escucha a Jesús y se hace caso de él o si no se le hace caso. Escucharle y seguirle en la vida de cada día, en todo, es vivir “el Reino de los cielos” (1).
  • En el marco de los capítulos 24-25, la parábola es una invitación a vigilar y a estar preparados para la venida del Señor. A la muerte de muchos miembros de la comunidad –“se durmieron” (5)– seguirá la resurrección final –“se despertaron” (7) y entonces se verá quien está a punto para entrar (10) al banquete del Reino. Como existe el riesgo de quedar afuera (10-11), ahora –aquí y hoy– es el momento de proveerse de “aceite”: ahora es el momento de hacer la voluntad de Dios (Mt 7,21).
  • El acento está sobre la llamada a vigilar: “velad” (13). Es la llamada a tener “el aceite” a punto para el momento de la resurrección, el momento en el que “el esposo” nos “despertará” (7). Es el momento definitivo en el que lo que está hecho está hecho y lo que está por hacer ya no se podrá hacer. Es ahora y aquí, antes de “dormirse”, cuando se ha hecho o no se ha hecho lo que se tenía que hacer.
  • La comunidad cristiana es llamada a ser la voz que día a día hace el anuncio: “¡que llega el esposo...” (6). Ella misma tiene que estar atenta, no sea que, a pesar de hacer el anuncio, se quede afuera del Reino por no haber tenido cuidado de lo más decisivo: habría anunciado que llegaba de fuera un “esposo” que siempre había tenido consigo (Mt 25,31-45; 28,20).