Pautas para el estudio y reflexión del Evangelio. Josep María Romaguera Bach. Diócesis de Barcelona
Pauta para el Estudio de Evangelio personal o compartido en grupo
1-2-3. Los tres primeros puntos como en los anteriores comentarios
4- Anoto lo que descubro de JESÚS y de los demás personajes, la BUENA NOTICIA que escucho...Conocer y amar a Jesucristo, “Palabra que se hizo carne”, ¿en qué me ha hecho valorar y amar todo lo que es humano?
5- Desde el evangelio, vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi alrededor...Me fijo en el testimonio de personas que acogen a Aquél que ha venido.
6- Llamadas que me hace –que nos hace– el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso(s)
7- Oración. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo...
Notas por si hacen falta
Notas sobre el Evangelio de Juan y como contempla a Jesús
-
Estamos ante una contemplación del Dios hecho hombre. Juan insiste mucho en mostrar a Jesús como hombre: aquí está el hombre (Jn 19,5). Y, a la vez, ya comienza situándolo como el que “estaba junto a Dios” desde el “principio” (1).
-
Jn quiere ayudar a creer que Dios no permanece en la lejanía de un cielo extraño a la vida humana y que, al contrario, asume la carne humana con todas sus consecuencias. Creer esto nos hace mirar al mundo y a la humanidad con los mismos ojos de Dios, que lo mira con amor y se da del todo porque lo ama: Jn 3,16. No tenemos que buscar a Dios en las estrellas o en los pliegues de la mano, ni en religiosidades que recluyen a Dios en los ritos, en los templos, en objetos e imágenes sagradas... Él… viene ahora a nuestro encuentro en cada ser humano y en cada acontecimiento, como agradecíamos en las misas de Adviento.
Notas para fijarnos en Jesús y el Evangelio
-
Este comienzo de Jn nos quiere recordar el comienzo de la Biblia: Al principio creó Dios el cielo y la tierra (Gn 1,1). Y otros pasajes bíblicos: El Señor me poseía desde el principio, antes que sus obras, desde la eternidad... (Pr 8,22-26). También: Eclo 24,1-22.
-
“La Palabra” (1.14) es Jesucristo, como se afirma al final del prólogo (17-18). El evangelio irá contemplando a este Jesucristo que ha bajado del cielo y ha subido (Jn 3,13; 6,62; 8,58; 17,5.24).
-
En el v.1 encontramos que Jesucristo existe desde antes de la creación. Jn tiene interés en vincularlo a la realidad creada (3). Él ha intervenido en la Creación. Está unido al Creador, unido en la acción de quien da la vida (Jn 5,17). Y se convierte en la luz que ilumina a aquellos que han recibido esta vida (9). Otras páginas que podemos leer: Pr 8,22; Sab 9,1; 1Co 8,6; Col 1,16-17; Hb 1,2-3; Ap 3,14.
-
La afirmación “en él había vida” (4) la encontramos desarrollada más adelante, cuando Jesús es cuestionado por haber hecho posible que un cojo camine (Jn 5,1ss). En la respuesta a la interpelación, Jesús se manifiesta unido al Creador, el Padre que sigue trabajando (Jn 5,17). Y afirma: Así como el Padre tiene vida en sí mismo, también ha dado al Hijo tener vida en sí mismo (Jn 5,26).
-
“La luz” (4.5.7.8.9) no aparece en oposición a “la tiniebla”, sino como la que “brilla en la tiniebla” (5). Es cierto que existe una oposición de “la tiniebla” a “la luz”: vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas (Jn 3,19). Pero aquél que es “la luz” viene para brillar, no para hacer oposición.
-
“La luz verdadera” (9) es para todo el mundo: “vino al mundo y alumbra a todo hombre” (9). Sin embargo, muchos no la han reconocido (10), “no la recibieron” (11).
-
Estos que no la reconocieron ni recibieron son “el mundo” (10), son “los suyos”, los de “su casa” (11). Cuando dice “el mundo”, Jn se refiere a la oposición radical que Jesús encontró y encuentra en su misión. La palabra “mundo” significa eso sobre todo en los cc. 13-17 (Jn 14,17.19.27; 15,18.19; 16,8.20; 17,9.14.16.25). Por ello, Jesús no es del mundo (Jn 8,23) y los discípulos tampoco (Jn 17,14.16). Pero también es Jn quien afirma que Dios ama al mundo y le envía a su Hijo (Jn 3,16), y que también los discípulos serán enviados al mundo (Jn 17,18; 20,21). El mundo es una realidad amada por Dios.
-
Respecto a “los suyos”, los de “su casa” (11), se trata de una referencia a Israel, el pueblo que ha rechazado a su Mesías. Al mismo tiempo, es una referencia al conjunto de la humanidad que, como tal, no ha aceptado la Palabra hecha carne. No es fácil aceptar a un Dios que viva con nosotros.
-
El contraste: hay quienes sí que “lo recibieron” (12). Son quienes “creen en su nombre” (12) y no son “los suyos”, no son los de “su casa” (11), no son los de un grupo determinado. Ello nos cuestiona: ¿qué entendemos por “creer”? Para responder, Juan no apunta a la posesión de un conjunto de creencias y, menos, de ideas, sino a la acogida de una persona, Jesucristo, “la Palabra hecha carne” (14), el que se identifica totalmente con Dios y totalmente con la humanidad.
-
A los que “creen” les ha dado “poder para ser hijos de Dios” (12). Más adelante Juan insiste: Jesús da la vida no sólo por el pueblo, sino también para reunir a los hijos de Dios que estaban dispersos (Jn 11,52). Ser hijo de Dios es un don. Nadie lo es sino por la muerte y resurrección de Jesucristo. Nadie puede presentar currículum para serlo: no se es hijo de Dios por haber “nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano” (13). Y, en cambio, todo el mundo puede recibir este regalo: solamente hay que “recibir” (12) a quien es “la luz verdadera” (9). San Pablo lo dice así: todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús (Ga 3,26).
-
La palabra traducida por “carne” (14), significa la condición humana en su vertiente de debilidad y limitación. Este es el núcleo de este prólogo y de todos los escritos joánicos (Jn 6,53-55; 1Jn 4,2; 2Jn 7). Y esto, precisamente, es lo que celebramos en Navidad: que Dios asume esta condición humana y vive “entre nosotros”.
-
“Acampó” (14) també se podría traducir por ‘habitó’. Pero acampar o plantar la tienda alude al templo o tabernáculo donde Dios se manifestaba en medio de su pueblo en su camino hacia la libertad (Ex 40,34-35) –como aquí cuando dice “hemos contemplado su gloria” (14)–. Con Jesús cambia el concepto de culto, que ya no depende de un edificio: es una ofrenda de la propia existencia (Rm 12,1) y tiene que ser hecha en espíritu y en verdad (Jn 4,23). Los cristianos son templos del Espíritu Santo (1Co 6,19; 2Co 6,16).