DOMINGO III DE PASCUA - CICLO B 2024

Visto: 446

Josep María Romaguera Bach. Diócesis de Barcelona

En el Evangelio del próximo domingo vemos como Lucas se esfuerza en responder a la mentalidad que considera a Jesús resucitado como un puro "espíritu", un “fantasma” (véase también Mt 14,26; Mc 6,49). Por eso subraya con fuerza la experiencia que tuvieron los apóstoles: quien se les presenta, el Resucitado, es el mismo de antes, el Crucificado.

Pauta para el Estudio de Evangelio personal o compartido en grupo: Evangelio según Lucas, 24,35‑48

1.Oración para pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y amar a Jesucristo y, de este modo, poder seguirle mejor y darlo a conocer        

2. Anoto algunos hechos vividos esta última semana

3. Leo/leemos el texto. Después contemplo y subrayo

4. Anoto lo que descubro de JESÚS y de los demás personajes, la BUENA NOTICIA que escucho...¿Qué experiencia vivida tengo de haber acogido a Cristo en la comunidad reunida? ¿Soy consciente de que he sido constituido testigo de su voluntad de reconciliación, de reunir a “todos los pueblos”?

5. Desde el evangelio, vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi alrededor... ¿Cómo y a través de quién he recibido la paz y la alegría del Resucitado?

6. Llamadas que me hace –que nos hace– el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso(s)

7. Oración. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo...

 Notas por si hacen falta

Notas sobre el texto y su contexto

 

  • Esta página del evangelio que encontramos hoy es la continuación del relato de los discípulos de Emaús (Lc 24,13-35). Puede ir bien leer los dos textos seguidos.
  • Aquí, como en el relato del camino de Emaús, el evangelista pone mucho énfasis en el cumplimiento de lo que dicen las Escrituras. “Ley, Profetas y Salmos” (44) significa todo el Antiguo Testamento. La expresión alude a las tres partes en qué se divide la Escritura para los judíos: Pentateuco («Ley»), Profetas y Escritos.

 

Notas para fijarnos en Jesús y el Evangelio

 

  • Jesús Resucitado se ha dado a conocer “al partir el pan” (35), según explican los dos discípulos de Emaús, que acaban de regresar de aquella experiencia (Lc 24,13-35).
  • Ahora lo vemos dándose a conocer “en medio de ellos” (36), cuando los discípulos están reunidos en su nombre (36) –como veíamos también el pasado domingo (Jn 20,19.26)–.
  • Lucas se esfuerza en responder a la mentalidad que considera a Jesús resucitado como un puro espíritu (37), un “fantasma” (véase también Mt 14,26; Mc 6,49). Por eso subraya con fuerza la experiencia que tuvieron los apóstoles: quien se les presenta, el Resucitado, es el mismo de antes, el Crucificado (38-43). Para hacer este subrayado utiliza todo lo que tiene a mano: “mirad”, “palpadme” (39), “comió” (43). Por lo tanto, Lucas no quiere explicar como es el cuerpo de Cristo resucitado sino destacar que el Resucitado es el mismo que el Crucificado.
  • Lucas destaca mucho que las Escrituras ya hablaban de Jesús, de su pasión, muerte y resurrección (Lc 24,27.32.45-46). Con esta insistencia quiere transmitir que lo que ha sucedido con Jesús (46) no es un accidente ni un fracaso. En la Pascua de Jesús se manifiesta la opción de Dios, que ha querido hacerse hombre para vivir lo que vivimos. Y esta opción, esta voluntad, la ha llevado a cabo con todas sus consecuencias.
  • Comprender todo esto no es posible si no desde la fe, que es un don del Resucitado: “les abrió el entendimiento...” (45). La fe en la resurrección de Jesús da luz “para comprender las Escrituras” (45), el conjunto de la Biblia. Y, especialmente, la fe que da el Resucitado ilumina para comprender las palabras y hechos de Jesús hasta su muerte en cruz (46).
  • Jerusalén (47) es el lugar de la muerte, resurrección y glorificación de Jesús. El Antiguo Testamento la tomó como punto de partida de la revelación de Dios a toda la humanidad (Is 2,2-5). Lucas destaca que en Jesucristo esto se ha cumplido: “en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén” (47).
  • La misión de los discípulos, entonces, comienza en Jerusalén (47). Por el don de la fe que han recibido son constituidos “testigos” (48) de las palabras y acción de Jesús –ahora las han comprendido (Lc 24,31-32.45)–. Y, con su misión “a todos los pueblos”, se pondrán en continuidad con lo que las Escrituras anunciaban, actualizarán una y otra vez que Dios, en Jesucristo, ha dado “el perdón de los pecados” (47).
  • Jesús resucitado, como siempre había hecho antes, infunde “la paz” (36) y “la alegría” (41) a quienes lo acogen.
  • El anuncio “a todos los pueblos” (47) por parte de los “testigos” (48) es lo que pretenden las acciones misioneras de la Iglesia, como son los movimientos apostólicos de inserción en los ambientes. El objetivo siempre tiene que ser que todo el mundo pueda conocer a Jesucristo y su liberación (47).