Josep María Romaguera Bach. Diócesis de Barcelona
En el Evangelio de este domingo encontramos que Jesús habla duramente de “blasfemia” ante la acusación de “tener un espíritu inmundo”. La dureza de Jesús está en decir que hay algo que no tiene perdón: “blasfemar contra el Espíritu Santo”. A Jesús se le acusa de estar poseído por Satanás. Es decir: dan la vuelta a la realidad con la mentira. Son las "fake news" y les "deep fake". La cerrazón a vivir el Amor, cuando es consciente y responsable, no tiene retorno.
Pauta para el Estudio de Evangelio personal o compartido en grupo
1. Oración para pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y amar a Jesucristo y, de este modo, poder seguirle mejor y darlo a conocer
2. Anoto algunos hechos vividos esta última semana
3. Leo/leemos el texto. Después contemplo y subrayo
4. Anoto lo que descubro de JESÚS y de los demás personajes, la BUENA NOTICIA que escucho... ¿En qué hechos vivo la experiencia que Jesús nos haya hecho miembros de su familia?
5. Desde el evangelio, vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi alrededor... ¿Dónde veo la acción transformadora del Espíritu Santo?
6. Llamadas que me hace –que nos hace– el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso(s)
7. Oración. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo...
Notas por si hacen falta
Notas para seguir el hilo del evangelio
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Retomamos hoy el ritmo de los domingos ‘normales’, del tiempo ordinario. Lo habíamos dejado, para comenzar la Cuaresma, cuando todavía estábamos en el capítulo 1 del Evangelio de san Marcos. Ahora estamos en el capítulo 3.
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Antes de esta escena que encontramos hoy, Mc nos explica dos hechos significativos que vale la pena tener presentes antes de entrar en este: primero, que una gran multitud procedente de todas partes sigue a Jesús y él cura a muchos (Mc 3,7-12); y, segundo, la llamada a los discípulos y la designación de doce, de entre ellos, para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar con poder para expulsar demonios (Mc 3,13-19).
La escena se sitúa en Cafarnaúm, población fronteriza, lugar de mezcla cultural y religiosa, que se encuentra al norte del lago de Galilea.
Notas para fijarnos en Jesús y el Evangelio
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La actividad de Jesús con los discípulos es intensa. En otras ocasiones (Mc 6,31) el evangelista destaca, como aquí, que “no los dejaban ni comer” (20).
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En esta escena interviene “la familia” de Jesús, llamada así la primera vez (21) y descrita como “su madre y sus hermanos” la segunda vez (31). En la Biblia, el término “hermanos” designa lo mismo a los hijos de una misma madre o de un mismo padre que a los parientes próximos. Más adelante, el evangelista nombra a algunos de los hermanos de Jesús (Mc 6,3).
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Para unas mentalidades cristianas quizás educadas en la idea de que la familia de Jesús está por encima del bien y del mal, puede ser sorprendente leer que sus familiares tenían de Jesús la idea de que “no estaba en sus cabales” (21). Y, quizás no tanto, también puede sorprender que Jesús, al recibir el anuncio de que “tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan” (32), tenga la actitud tan distante que transmite el evangelio (34-35). Pero no nos tiene que extrañar: Jesús rompe muchos moldes y, naturalmente, el primer ámbito donde esto se podía experimentar, era el de la familia. Al fin y al cabo, además, la encarnación significa esto, vivir la vida humana en todo, también en la incomprensión mutua que a menudo se vive en el seno de las familias. Por otra parte, la respuesta de Jesús va más allá del hecho: aprovecha para anunciar cual es la nueva familia que está inaugurando; una familia, la de sus seguidores, en la que los vínculos que se crean son más fuertes y más importantes que los mismos vínculos familiares.
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Que Jesús hable en “parábolas” (23) no necesariamente significa que tenga que entenderse lo que dirá. En este caso la término “parábolas” tiene el sentido d’«enigmas», es decir, enseñanzas por medio de narraciones o sentencias proverbiales que no son comprensibles a primera vista sino que necesitan una reflexión o una explicación posterior. Mc, más adelante, recoge que Jesús dice a los Doce que a ellos Dios les permite conocer el secreto de su reino; pero a los otros, los de fuera, todo les llega por medio de parábolas, para que, aunque miren, no vean; y aunque escuchen, no entiendan, no sea que se conviertan y sean perdonados» (Mc 4,10-12). Hay que tener en cuenta que este tipo de respuesta va dirigida a las personas de corazón endurecido y con pocas ganas de abrirse al designio de Dios. Aquí Jesús responde a quienes le acusan de estar poseído por el diablo.
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Ante la acusación de “tener un espíritu inmundo” (30), Jesús habla duramente de “blasfemia” (28-29). Una blasfemia es el uso irreverente del nombre divino o de todo aquello que se refiere a la divinidad. Ya que en la Biblia el nombre está íntimamente unido a la realidad significada, hacer un uso irrespetuoso del nombre de una persona o de una divinidad equivale a insultarla gravemente.
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Pero la dureza de Jesús está en decir que hay algo que no tiene perdón: “blasfemar contra el Espíritu Santo” (29). A Jesús se le acusa de estar poseído por Satanás, y ello equivale a negar que el Espíritu Santo actúe en él. Pueden parecer palabras y debates teóricos, pero se trata de una cerrazón consciente a la acción del Amor de Dios en Jesús y, por lo tanto, en las personas, en el mundo. Más sencillo: la cerrazón a vivir el Amor. Y esto, cuando es consciente y responsable, no tiene retorno.