DOMINGO TERCERO DE CUARESMA -CICLO C- 2025

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Josep María Romaguera i Bach. Diócesis de Barcelona

Este tercer domingo de cuaresma se nos plantea, en el Evangelio, que con la venida del Hijo al mundo, Dios da a cada persona una nueva oportunidad de convertirse. Vale la pena tomar nota: podemos volver a empezar.

Pauta para el Estudio de Evangelio personal o compartido en grupo
1. Oración para pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y amar a Jesucristo y, de este modo, poder seguirle mejor y darlo a conocer
2. Anoto algunos hechos vividos esta última semana
3. Leo/leemos el texto. Después contemplo y subrayo
4. Anoto lo que descubro de JESÚS y de los demás personajes, la BUENA NOTICIA que escucho... Ante la llamada de Jesús a la conversión, ¿me siento interpelado/a? ¿Me doy cuenta de que Él confía en el cambio, que nos ama y nos valora y tiene paciencia? ¿Qué medios pongo para el cambio?
5. Desde el evangelio, vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi alrededor...En este entorno me fijo en las personas que están sufriendo por causas diversas. Y procuro mirarlas con los mismos ojos con que Dios las mira.
6. Llamadas que me hace –que nos hace– el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso(s)
7. Oración. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo...
 

Notas por si hacen falta

 Notas sobre las mentalidades entorno de las desgracias

 

  • Los que hablan con Jesús en esta escena (1) tienen una determinada mentalidad sobre las desgracias:
    • Lo mismo las desgracias mencionadas –la brutalidad que se atribuye a “Pilato” (1) y el accidente de la torre de “Siloé” (4)–, que cualquier otra desgracia –las enfermedades, por ejemplo– eran entendidas como el castigo divino por algún pecado anterior.
    • En coherencia con esta mentalidad, se entendía que quienes no habían sufrido ninguna desgracia eran justos; es decir, como eran justos, Dios no les castigaba.
  • Esta mentalidad, con matices diversos, la podemos encontrar en muchas épocas y culturas. También entre nosotros.
 Notas para fijarnos en Jesús y el Evangelio
 
  • Jesús da la vuelta a la visión simplista e injusta que existe, a menudo, sobre las desgracias: “Os digo que no” (3 y 5). Dios no actúa así. La manera de actuar de Dios no pasa por castigar a unos, enviándoles desgracias, y premiar a los otros, protegiéndolos de cualquier mal.
  • Jesús plantea la necesidad de conversión que tiene toda persona en este mundo: “si no os convertís...” (3 y 5).
  • Con Jesús aprendemos que, si fuese necesario hurgar en injusticias, en accidentes, en cualquier desgracia, tiene que ser con intención de buscar las causas, no las culpas: si encontramos las causas, quizá podremos trabajar para cambiar las cosas y evitar que vuelva a suceder. Buscar culpas y culpables sólo sirve para linchar al presunto culpable, y eso no cambia nada, salvo que provoca más dolor. Con el linchamiento sólo se asegura que, en el futuro, otros inocentes morirán, porque las causas reales seguirán allí, provocando nuevamente el mal.
  • Con la “parábola” de la “higuera” (6-9) Jesús nos carea con la propia responsabilidad personal. La responsabilidad que cada persona tiene sobre la propia vida. Si no damos “fruto”, quienes lo esperan tomarán nuestra vida por muerta (7).
  • [En el AT, la “viña” (6) es uno de los símbolos usados para hablar del pueblo de Israel (Is 5,1); a veces, junto con la viña, aparece también la higuera (Os 9,10).]
  • Pero ante una persona la vida de la cual no da “fruto” (6-7), Dios tiene una actitud de paciencia activa: sabe que, si se trabaja, si se cuida, si se ponen medios para transformar, esta realidad estéril se puede “convertir” (8). Dios ve “frutos” en donde no los vemos nosotros. Dios no da a nadie por perdido.
  • En resumen, el mensaje de este evangelio es claro:
    • la llamada de Jesús es para todo el mundo
    • todo el mundo tiene necesidad de convertirse, de cambiar
    • y toda persona puede convertirse; eso sí, tiene que poner medios.
  • La conversión es un tema frecuente en las dos obras de Lucas: el Evangelio (Lc 5,32; 13,5; 15,7.10; 16,30; 24,47) y el libro de los Hechos de los Apóstoles (Ac 2,38; 3,19.26; 5,31; 10,43; 13,38).
  • Otra cosa importante: las desgracias no tienen que manipularse (ni religiosamente, ni políticamente...).
  • Y otra, todavía: Dios se identifica con aquellas personas a quienes el colectivo castiga. Dios envía a su Hijo, el Único Justo, a quien convertimos en culpable. Jesús es castigado como culpable (He 7,26-27). Ello pone en evidencia cualquier injusticia. Es uno de los aspectos importantes de la Cuaresma.
  • Con la venida del Hijo al mundo, Dios da a cada persona una nueva oportunidad de convertirse. Vale la pena tomar nota: podemos volver a empezar.