Josep María Romaguera i Bach. Diócesis de Barcelona
La fiesta de los apóstoles Pedro y Pablo siempre ha sido importante para la Iglesia. Cuando cae en domingo su celebración es prioritaria respecto de la liturgia que correspondería a aquel domingo. Los apóstoles confiesan la fe en el Hijo de Dios, la ponen a plena luz ofreciéndola a todo el mundo y reúnen a la única familia de Cristo.
Pauta para el Estudio de Evangelio personal o compartido en grupo
1. Oración para pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y amar a Jesucristo y, de este modo, poder seguirle mejor y darlo a conocer
2. Anoto algunos hechos vividos esta última semana
3. Leo/leemos el texto. Después contemplo y subrayo
4. Anoto lo que descubro de JESÚS y de los demás personajes, la BUENA NOTICIA que escucho...¿Qué descubro de gratuito en mi fe?
5. Desde el evangelio, vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi alrededor... ¿En qué ocasiones, de palabra o con los hechos, he tenido que decir quien es Jesús para mí?
6. Llamadas que me hace –que nos hace– el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso(s)
7. Oración. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo...
Notas por si hacen falta
Notas sobre la fiesta de hoy y sobre el texto
- La fiesta de los apóstoles Pedro y Pablo siempre ha sido importante para la Iglesia, de manera que cuando cae en domingo su celebración es prioritaria respecto de la liturgia que correspondería a aquel domingo.
- Los apóstoles confiesan la fe en el Hijo de Dios, la ponen a plena luz ofreciéndola a todo el mundo y reúnen a la única familia de Cristo.
- El diálogo entre Jesús y los discípulos sobre quien es Él (13-16) es situado, tanto en Mt como en Mc como en Lc, en el momento culminante del camino por Galilea y justo antes de comenzar el camino hacia Jerusalén (lugar de la Pascua, muerte y resurrección). Mt añade la cuestión de la fe y la misión de Pedro (17-19). Y, con esta escena y las que siguen, va preparando el llamado discurso a la Iglesia (Mt 18).
- De este texto de hoy puede interesar saber algunas cosas como éstas:
- “Cesarea de Filipo” (13) es una ciudad situada en las fuentes del Jordàn, al norte del lago de Galilea.
- La expresión “Hijo del hombre” (13), referida a Jesús, se encuentra a menudo en los evangelios, siempre en boca del mismo Jesús. Parece que el origen se encuentra en la tradición apocalíptica (Dn 7,13), donde aparece el Hijo del hombre como un personaje que tiene que venir al fin de los tiempos para juzgar a la humanidad. De ahí, la autoridad que tiene para perdonar los pecados (Mt 9,6) y situarse por encima del sábado (Mt 12,8). De otro lado, Jesús habla de sí mismo como Hijo del hombre cuando anuncia su pasión, muerte y resurrección (Mt 17,22; 20,18).
- El nombre propio de “Pedro” (18) significa ‘piedra’. Pedro, el primer llamado (Mt 4,18), es el primero de la comunidad de discípulos (Mt 10,2).
- El término “Iglesia” (18) viene del griego y significa ‘asamblea, reunión de convocados’. En el AT designa al pueblo de Dios, Israel. El evangelio según Mateo subraya la vinculación de la Iglesia con Jesucristo: “mi Iglesia” (18).
- Si lo que está traducido como “el poder del infierno” (18) lo tradujésemos literalmente diríamos ‘las puertas del hades’. El hades es el reino de la muerte, y sus puertas indican la fuerza que posee (Is 38,10; Jb 38,17; Sv 16,13). Para Jesús, sin embargo, el reino de la muerte no es todopoderoso: Él tiene las llaves (Ap 1,18); Él, el Resucitado, ha vencido a la muerte (Hch 2,27.31; Ap 20,13).
Notas para fijarnos en Jesús y el Evangelio
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El texto recoge las opiniones que había sobre Jesús después de su recorrido por Galilea. Muchos lo relacionan con los grandes profetas de Israel (14), pero no llegan a descubrir su identidad. En diversas ocasiones la gente lo toma por profeta (Mt 21,11.46; Mc 6,15; Lc 7,16.39; 24,19; Jn 4,19). También Juan Bautista era tenido por profeta (Mt 3,4; 11,13; 14,2).
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Jesús pide el posicionamiento personal de sus discípulos (15). Es como si dijera que su identidad no es nunca descubierta si no es desde el cara a cara, en diálogo con Él, en la relación personal. A Jesús no se lo descubre mirándolo de lejos, o de reojo. Y, menos, con la pura especulación ideológica.
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Los discípulos, representados por Pedro, lo proclaman como “Mesías” e “Hijo de Dios” (16), dos expresiones que sintetizan la fe cristiana, la fe de la Iglesia en Jesús. Presentar a Jesús así es el tema del Evangelio.
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Quien confiesa la fe de esta manera afirma que cree que Jesús es el ungido de Dios, el salvador del pueblo que Israel esperaba. Y que es Dios mismo presente y actuante en la historia humana, Dios que se implica en nuestra vida, que tiene cosas a decirnos.
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Conviene fijarse en la respuesta de Jesús a la confesión de fe:
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Es una bienaventuranza (17). La fe en Cristo da felicidad –“dichoso”–. El motivo: que “no te lo ha revelado la carne ni la sangre (17), en traducción literal, que es una expresión bíblica para indicar la condición humana limitada. Es decir, el discípulo de Cristo es proclamado “dichoso” porque la fe que profesa la recibe del “Padre que está en el cielo” (17); es “dichoso” porque no cree en una cosa que él mismo se ha inventado. Y porque el “Padre que está en el cielo” le hace este regalo de forma totalmente gratuita, inmerecida.
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Jesús da identidad y misión al creyente y a la comunidad de los creyentes (18-19). La identidad y misión de Pedro es la de ser el primero de los apóstoles, cimiento para el conjunto de los creyentes, para la Iglesia de Jesús, la cual sólo se puede cimentar en alguien que confiesa esta fe, don de Dios (17), la única fe capaz de reconocer quien es Jesús. La Iglesia sólo podrá vencer a las fuerzas del mal y de la muerte si se basa en esta fe, no en los poderes de este mundo.
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Jesús responde “dando las llaves” (19), signo de transmisión de la autoridad, de confiar una responsabilidad (Is 22,22; Ap 1,8; 3,7). Responsabilidad de garantizar que el mensaje de Jesús se pone en práctica con la finalidad que toda la humanidad entre al Reino. Los dirigentes de Israel no hacen nada parecido (Mt 23,13).
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La respuesta de Jesús define la identidad–misión de la Iglesia –lo que aquí dice a Pedro lo dice más adelante a todos los discípulos (Mt 18,18). “Atar y desatar” (19) significa en general prohibir o permitir, y, en este caso concreto, excluir o admitir a la comunidad. No es que la misión de la Iglesia sea prohibir ni excluir. Jesús quiere que la pertenencia o la no-pertenencia a la comunidad pase por el acuerdo, por el debate, por el diálogo. En definitiva, por el discernimiento.