Domingo 16° T.O. - C

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Propuesta de Josep Maria Romaguera Bach

Esta vez el diálogo de Jesús en camino es en casa de Marta y María. Preguntémonos qué significa ACOGER. Jesús nos dará la respuesta.
¡Que vaya bien!

 

21 julio 2019

 

Evangelio según Lucas (10,38-42)

En aquel tiempo, 38 entró Jesús en una aldea, y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. 39 Ésta tenía una hermana llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. 40 Y Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se paró y dijo:

–Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano.

41 Pero el Señor le contestó:

–Marta, Marta, andas inquieta y nerviosa con tantas cosas; 42 solo una es necesaria. María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán.

 

Pauta para hacer Estudio de Evangelio, personal o compartido

1

Oración para pedir el don de comprender el Evangelio y poder conocer y amar a Jesucristo y, de este modo, poder seguirle mejor y darlo a conocer

2

Anoto algunos hechos vividos esta última semana

3

Leo/leemos el texto. Después contemplo y subrayo

4

Ahora anoto lo que descubro de JESÚS y de los demás personajes, la BUENA NOTICIA que escucho...

¿Cómo llevo esto de pararme para escuchar a Cristo presente en los que me “visitan”, presente en los necesitados, presente en la Palabra de la Escritura, presente en los sacramentos?

5

Desde el evangelio, vuelvo a mirar la vida, los HECHOS vividos, las PERSONAS de mi alrededor...

La actitud de acoger a las personas escuchándolas, ¿en quien he podido observarla esta semana? Y yo, ¿acojo de esta manera (escuchando) a quienes tengo alrededor?

6

Llamadas que me hace –que nos hace– el Padre hoy a través de este Evangelio y compromiso(s)

7

Oración. Diálogo con Jesús dando gracias, pidiendo...

 

Notas por si hacen falta

 

Notas para seguir el hilo del Evangelio

 

  • El pasado domingo dejábamos el texto de Lucas justo en donde hoy lo retomamos. La conversación entre el Maestro de la Ley y la parábola que Jesús le dice forman parte de lo que Jesús y sus discípulos van encontrando por el camino que sube a Jerusalén. También la necesidad de albergue, sobre todo al final de la jornada, forma parte del camino. Es lo que podemos contemplar hoy.
  • Intentando entrar en lo que Lucas quiere transmitir, nos conviene poner en relación un texto con el otro. No es porque sí que el evangelista los pone uno a continuación del otro. Probablemente se iluminan mutuamente.

 

Notas para fijarnos en Jesús y el Evangelio

 

  • Jesús sigue su camino a Jerusalén (Lc 9,51; 13,22; 17,11; 19,28.41). Al comienzo, en un pueblo de Samaria no lo acogieron (Lc 9,51-56). En el fragmento anterior (Lc 10,25-37) él ponía precisamente a un samaritano como ejemplo de la persona que acoge, de quien se hace prójimo de los que necesitan ayuda (Lc 10,30-37).
  • Ahora encontramos que sí que lo acogen en un pueblo. Pero en este caso el hecho se produce entre conocidos. Es una mujer, Marta, quien lo acoge. La relación de Jesús con Marta y María (y con Lázaro, el tercer hermano que aparece en el evangelio de Juan), era de mucha familiaridad y amistad, según encontramos en Jn 11,1-44; 12,1-8. Aquí también lo notamos por el tono con el que se hablan Marta y Jesús (40).
  • Marta tiene una hermana, María (39), la actitud de la cual, “sentada a los pies del Señor” (39), contrasta con la de Marta, que “se multiplicaba para dar abasto con el servicio” (40).
  • La postura de María, “sentada a los pies de...”, es la actitud típica del discípulo ante su maestro. Lo encontramos en otros lugares del Nuevo Testamento, como por ejemplo en Ac 22,3, donde Pablo, explicando su vida, dice que ha sido instruido a los pies de Gamaliel. Y el mismo evangelista (Lc 8,26-39), explicando la historia del hombre endemoniado de Gerasa que se convirtió en discípulo de Jesús, dice que la gente [...] encontraron al hombre del que habían salido los demonios, sentado, vestido y en su sano juicio, a los pies de Jesús (Lc 8,35).
  • La queja de Marta es ocasión que Jesús aprovecha para mostrar cual es la “parte mejor” (42) –escuchar a Jesús– y cual es la actitud necesaria: la de María (39), que va al grano.
  • El sentido de este relato que nos aporta el evangelista Lucas es mostrar la importancia de “escuchar” la palabra del Señor (39). El objetivo de Jesús, por lo tanto, no es poner en un segundo lugar el servicio diligente y generoso que Marta ejerce, sino mostrar que la desazón y el afán podrían estropear este mismo servicio, alejándolo de la “parte mejor”.
  • Para Lucas, explicar este encuentro entre Jesús y las dos hermanas es una ocasión para dar importancia a la escucha como actitud necesaria e imprescindible para acoger a Jesús en la propia vida. Ya el Antiguo Testamento, en su espiritualidad, daba importancia a la escucha como actitud necesaria para conocer la revelación de Dios: Escucha, Israel: el Señor es nuestro Dios, el Señor es uno solo. Amarás... (Dt 6,4-9). Esta actitud permite descubrir la presencia de Dios, sea en Jesús –como cuando nos paramos a escuchar “su palabra” (39)–, sea en el hombre medio muerto o en el extranjero –como cuando nos detenemos en el camino para actuar, después de haber visto la realidad (Lc 10,36-37)–.
  • Lo mismo el buen samaritano, para atender al hombre medio muerto, como María, para escuchar a Jesús, han tenido que detenerse. Se han descentrado de si mismos, de sus propias cosas. El camino de seguimiento de Jesús –ser discípulo–, que es un camino en continuo movimiento, pide, paradójicamente, pararse para mirar y escuchar al mundo, a los demás. Y para escuchar–descubrir a Dios en el mundo, en los demás.
  • También, lo mismo el buen samaritano como María nos muestran que una actitud fundamental para vivir y convivir es la que permite reconocer al otro como persona, como sujeto digno de ser tenido en cuenta.
  • Hay que destacar que en esta escena –no es la única vez– Jesús pone a una mujer como modelo de discípula. Es una manera de decirnos, una vez más, que el amor de Dios es para todos: No hay judío y griego, esclavo y libre, hombre y mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús (Ga 3,28).