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9 octubre 2020. Burundi. Jaume Obrador.  Las pobrezas.
Hoy nos hemos reunido los sacerdotes y simpatizantes del Prado.  Éramos cuatro: un sacerdote italiano que lleva muchos años en Burundi, dos sacerdotes burundeses y un servidor. El año pasado había dos más. Otro sacerdote italiano que se marchó enfermo de ELA o algo parecido y otro burundés que está estudiando en el Camerún.
 
En la reunión, comentamos, entre otras cosas las orientaciones del Prado para los años 20-25 y leímos la carta del responsable general, don Pasqualotto, a los pradosianos aislados. Al final de la carta hay unas preguntas sobre los pobres y la pobreza. Y éste será el tema de nuestra reunión del 15 de febrero.
 
Un tema que entendemos de manera muy diferente los europeos y los locales. Recuerdo en los primeros años en Burundi la vergüenza que sentía cuando leía las bienaventuranzas en la misa. Yo no podía decirlo, me sentía descalificado.
 
Burundi es uno de los países más pobres. Aquí son pobres sin voto de pobreza. Una casa de adobes, la ropa que llevan puesta y la comida que cosechan de sus parcelas, si llueve a tiempo. El 96% de la población vive de la agricultura de subsistencia, mejor dicho, sobrevive. Han aprendido a vivir con lo esencial y nada más. Cada día que pasa es una pequeña victoria. Pido al Señor que me haga digno de poder amar y servir a esta gente muchos años. De ellos es el reino de los cielos.
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Jaume Obrador. 1 agosto 2020

A vueltas con la pandemia

He decidido quedarme. Iré de vacaciones el año que viene. Si el virus se expande debo estar aquí, para ayudar en lo que pueda.

En el mes de febrero vino de visita una cooperante de Barcelona. Es una persona con mucha experiencia en África. Montó una ONG y trabajó en Burundi más de quince años. Tenía previsto regresar a España a finales de marzo. Y empezó esta crisis que estamos viviendo. Los vuelos se cancelaron y el aeropuerto de Bujumbura se cerró. Y entró en acción. Nos preparamos para algo que nos daba miedo. Ella, experta en logística hizo las previsiones: Alimentos, varias toneladas de alubias y otra de arroz, desinfectantes, jabón, mascarillas, mantas, ropa. Mientras, la delegación de misiones de Mallorca nos envió y envió a los misioneros mallorquines una importante cantidad para hacer frente a la pandemia. Además, en esta ocasión, se creó un grupo de wasap con los misioneros mallorquines. Ella no podía regresarse y nos ayudó a hacer frente a la situación. En el mes de julio hubo dos positivos en la parroquia. Ella organizaba: test para los que han estado en contacto con ellos y confinamiento. Llamamos al arzobispo pidiendo un sacerdote para las misas del domingo porque nosotros no podíamos estar en contacto con la gente. Nos llamaba la atención si nos veía sin mascarilla y nos recordaba constantemente las normas de protección. Afortunadamente sanaron los dos enfermos y todos los contactos fueron negativos. Y ella aprovechó el tiempo para reorganizar las salas de almacén de la parroquia que quedaron perfectamente ordenadas. Una labor ardua. El 12 de agosto hubo un vuelo a Bruselas y se marchó. Había venido para un mes y se quedó casi seis meses.

 “Mira, yo enviaré mi ángel delante de ti, para que te cuide en el camino” (Ex 23,20)

“¿De dónde vendrá mi ayuda?” Mi ayuda vendrá del Señor, del Señor creador del cielo y de la tierra” (Salmo 121,2)

 “Bendeciré al Señor con toda mi alma; no olvidaré ninguno de sus beneficios” (Salmo 103,2)

 

Jaume Obrador Adover, diócesis de Mallorca, en Burundi

 
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    16 febrero 2021

    Mario Picazo

    La magia de las palabras